miércoles, 14 de octubre de 2009

El trabajo y la satisfacción personal

Foto: Isabel Collins

Una de las cosas que me ha llamado poderosamente la atención a lo largo de todos estos años en España es escuchar a varios profesionales y colegas de la profesión, que no les gusta lo que hacen y que no se sienten satisfechos con la profesión que han escogido, aunque cobren por ello un buen salario. Lo dicen médicos, arquitectos, artesanos, empresarios autónomos, etc. de manera tajante y plenamente convencidos de lo que dicen y sienten.
Esto fue para mí impactante, considerando que en Ecuador, al menos en la rama que me desempeño, era común escuchar a profesionales decir que se sentían realizados, que eran felices con lo que hacían, incluso conocía gente que dedicaban horas extras a su trabajo sin cobrar por ello, y sinembargo lo hacían con la pasión que les conllevaba el trabajar en lo que les gustaba y encima hacer un bien a la sociedad. Entre esas personas me encontraba yo.
Al parecer las obligaciones fiscales, administrativas y la competencia descarnada imperante en España y en Europa en general tienen la culpa de esta sensación de insatisfacción generalizada, normas que indudablemente sirven para el mejor funcionamiento de la sociedad que han servido para el éxito económico de estos países, pero al mismo tiempo provocan una gran presión en el ser humano-trabajador que hace que éste ya no trabaje con mística y entrega, sino con la presión de cumplir dichas obligaciones. Y lo paradógico de esto es que si no se las cumplen, no se puedes trabajar en lo que a uno le gusta....
Otra de las causas de esa desmotivación provienen tambien del hecho de que el factor económico prácticamente se encuentra ya por encima de cualquier principio, lo digo como ejemplo porque con frecuencia me llegan personas para las que trabajo, con unos presupuestos inflados hasta cinco veces y por mas que trato de inflarles no llego a ese presupuesto, a lo mucho talvez a una tercera parte y así, me siento mal de verme involucrada en una espiral competitiva que no tiene fin y en consecuencia me desmotivo.
Por ello ya no me es llamativo entonces escuchar noticias como la ola de suicidios en France Telecom o el espeluznante caso del directivo exitoso español, joven, atractivo, inteligente que llegó a ocupar un alto cargo en una empresa de seguros que cotiza al alza en la bolsa y que un mal día, debido al fuerte stress que padecía, llegó a su casa en uno de los edificios exclusivos de Londres y explotó, a tal punto de tirar contra la pared a su tierna hija de dos años que lloraba, provocandole la muerte instantánea.
Entonces, me enfrento diariamente a un dilema: por un lado está la ética profesional, que no la moral y por otro lado las presiones fiscales y administrativas y profesionales.
Pero al parecer veo una luz al final del túnel, ya que mi paso por la CVX (Comunidades de Vida Cristiana), me dejó una enseñanza que trato de aplicar a mi vida profesional y personal diaria, donde me indica que un buen cristiano debe hacer de su vida personal y profesional un verdadero apostolado, un medio de servicio a la comunidad a la luz del ejemplo de las acciones de Cristo. Por medio de este principio trato de encontrar un equilibrio entre mis necesidades y las necesidades de la gente para la que trabajo.
Al menos así, no me siento mal como persona y como profesional, aunque no me haré millonaria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me gustas como escribes isabel realmentes dices las cosas reales y con son, sin tapujos ni tampoco como se dice por las ramas ojala muchas personas leyeran tus articulos sobre temas que llegan al alma y nos hacen reflexionar, siento en el fondo de mi corazon que llevas en la sangre la vocacion del periodismo mejor debiste haberte hecho periodista si es que no lo eres sigue adelante

Jessica Jiménez dijo...

Muchas gracias por tu bonito comentario. Eso me estimula a escribir mas y si puedo aportar en algo a los demás, pues misión cumplida.Un saludo