jueves, 8 de abril de 2010

La fascinante historia del "GERNIKA" de Picasso

"Lo único que se interpone entre mí y la grandeza, soy yo". Woody Allen

El “Gernika” es uno de los más famosos cuadros del pintor Picasso y se encuentra, actualmente, en el Museo de Arte Moderno Reina Sofía de Madrid. Su puesta en escena es realmente espectacular que, cuando uno lo ve, queda realmente impactado por sus grandes dimensiones y por el mensaje que intenta trasmitir. Incluso, leía en algún lado que no es necesario ni siquiera explicarlo. Sólo hay que verlo.

Como decía, el cuadro ocupa un gran salón de paredes blancas y estratégicamente iluminado, haciendo que el cuadro sea el único y gran protagonista. A mí personalmente me conmocionó y me emocionó ya que las imágenes que exhibe realmente indican el horror y el dolor de una guerra. Picasso intentó así, representar el bombardeo de la ciudad vasca Gernika, por parte de las tropas alemanas en plena guerra civil, dejándola destruida y con muchos muertos. Pero este hermoso cuadro tiene además una historia particular y sumamente interesante. Todo comenzó cuando se le encargó a Picasso que pintara un cuadro para ser exhibido en la Exposición Internacional de Artes y Técnicas de París en el año de 1937. A partir de allí, el cuadro suscitó mucha polémica tanto por su estética como por el mensaje, llegándose a constituir en un símbolo antibelicista por generaciones enteras.

Luego de la exposición de París, el cuadro comenzó un periplo por varias ciudades de Europa y de América, condicionando su exhibición a la temática social y política que reinaba en aquellas épocas, hasta quedar definitivamente por largos años en el Museo MOMA de Nueva York, debido a las cruentas guerras que se desataron en Europa. España comenzó a reclamarla para sí en el año 1968, pero Picasso no quiso que llegue a su país mientras no estuviera instaurada una verdadera democracia. Mientras tanto, el cuadro se iba deteriorando debido a la cantidad de veces que fue enrollada, estirada, clavada con tachuelas y sometida a múltiples viajes, por lo que la tela se resintió y la pintura comenzó a resquebrajarse. Así que tuvieron que protegerla de alguna manera, con un barniz especial. Para mala suerte en 1974, un joven manchó la pintura con spray rojo, en señal de protesta por la liberación de un oficial que causó la muerte de varias personas en un pueblo vietnamita. Había escrito “muerte a las mentiras”, llamando así la atención sobre una obra de arte tan representativa. Menos mal que el barniz evitó que sufriera mayores daños. Hasta que, por fin, el cuadro llegó a Madrid en el año 1981. Ya en España también generó polémica, debido a que tanto la ciudad de Gernika, como Madrid y Málaga -ciudad natal del genio- reclamaban para sí el cuadro. Finalmente, se quedó en Madrid en el Museo Reina Sofía hasta que, en estos últimos meses de 2010, se desató otra polémica porque el País Vasco lo pedía para una exposición temporal, así como el Museo del Prado al inaugurar nuevas instalaciones.

Menos mal que está polémica terminó, al considerarse que el cuadro debía quedarse definitivamente y para siempre donde está, ya que es como un viejecito que a lo largo de tantos años ha sufrido mucho y que necesita descansar.

Sinceramente, se lo merece.

1 comentario:

soophie dijo...

Tee haa kedadoo muuyyy biien (: