- "Si vas a tener dos caras, al menos haz
una que sea bonita". Marylin Monroe
Es lógica la preocupación que ha despertado entre los
intelectuales y en la ciudadanía en general del Ecuador, el constatar que
existe mucho desconocimiento y también poca preocupación por parte de los
candidatos a presidente del Ecuador, con respecto al tema de la cultura.
Y no me extraña luego de haber leído un artículo publicado
en el diario El Telégrafo, acerca de lo que leen los candidatos y de las
actividades culturales en las que participan que, aunque reconocen que existe
poca oferta en el Ecuador, en el caso del teatro por ejemplo, alguno se remite prácticamente
a obras infantiles.
A excepción de Lenín Moreno y de Patricio Zuquilanda y a no
ser por la reciente invitación a la Feria del Libro de Guayaquil al reconocido escritor J. M. Coetzee, quien ha despertado un cierto interés en determinados
candidatos, los demás, no pasan de haber leído libros recomendados en Básico de
Secundaria del colegio, incluidas algunas biografías de personajes famosos o libros de historia, pero todo muy generalizado. Hubo uno incluso que dice que lee la Biblia y a Khalil Gibran. Solo le faltó decir que había leído Juan Salvador Gaviota.
Como ciudadana que intenta nutrirse de buena literatura, a
ser posible de los imprescindibles que un ser humano debe leer antes de morir,
me hubiese gustado saber que en el velador o en la mesilla de noche de un candidato
a presidente del Ecuador, se encuentran libros que demuestren su interés por
problemas actuales como obras de Naomi Klein, en particular su “No Logo” o de
la historia de la economía mundial como “El Capital” de Karl Marx.
En el caso de la candidata Viteri, al ser mujer y
reivindicar su género como un logro dentro de la contienda electoral, me
hubiese gustado libros que precisamente analicen el feminismo desde un punto de
vista literario como “Madame Bovary” de Flaubert o socio-históricos como “El
Segundo Sexo” de Simone de Beauvoir. Inclusive que lee algún libro de
escritoras premio Nobel como Alice Munro o Doris Lessing. Se lo hubiese agradecido como mujer que soy.
Aunque hablan como decía de haber leído a Coetzee, Dumas,
Tolstoi, etc, añoré autores un poco más rebuscados como Albert Camus, Sartre,
Roberto Bolaños o pertenecientes al boom literario latinoamericano fuera de los
clásicos Vargas Llosa o García Márquez, como obras de Cortázar o de Borges.
Tanto que han defendido algunos la libertad de expresión, que
me extrañó que no hayan mencionado libros de grandes periodistas como Oriana
Fallaci, Tom Wolfe o tal vez las memorias de Ben Bradley quien fue director del
Washington Post durante el escándalo del Watergate. Toda una lección de buen
periodismo y de libertad de expresión pese a los grandes obstáculos en que se
enfrentan diariamente los mensajeros.
Más aún eché de menos que, aunque alguien sí mencionó haber
visto alguna película y leído libros ecuatorianos, nos compartan que están
leyendo obras imprescindibles que todo ecuatoriano debe leer como “Los Sangurimas”, “Las cruces sobre el agua”
o “Bruna, soroche y las tías”, quizá como un guiño de apoyo la producción
nacional.
Si se mencionaba que, de las otras artes culturales como el
teatro en particular, había poca oferta, al menos me hubiese gustado escuchar por
parte de los otros candidatos propuestas sobre el tema o lo que desearían haber visto. Muchos
artistas existen en el Ecuador que hacen un esfuerzo titánico día a día para
presentar ofertas teatrales con poco presupuesto y apoyo, que el mejor regalo
que hubiesen hecho a la cultura, hubiese sido acudir a una de sus obras y luego
contarlo. Pero no ha sido así, a excepción de Paco Moncayo que sí lo ha hecho.
Bien dicen que los ciudadanos de un país son el reflejo de
lo que son sus líderes por ello, no es extraño que en el Ecuador se lea tan
poco, apenas “medio libro” al año, es decir, que no llega ni a uno, lo
que se evidencia claramente en lo que leen los candidatos. Es decir, poco que contar.
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