Foto: El Infierno. Alejandro Salas. Iglesia de la Compañía de Jesús
Foto: El Juicio Final. Alejandro Salas. Iglesia de la Compañía de Jesús.
Sin duda, la obra más apreciada durante la exposición
retrospectiva por los 500 años de la muerte del Bosco realizada el año pasado
en el museo de El Prado fue su tríptico denominado “El Jardín de las Delicias”,
obra que por lo que he podido constatar despierta mucha fascinación entre el
público en general, quienes manifiestan mayormente que siempre que la observan,
pueden encontrar algún elemento nuevo por el cual reflexionar, lo que le da
cierta fascinación y misterio a la obra.
A mí personalmente no me gustó mucho.
Cuando me invitaron a verla la primera vez me pareció
como un parque temático, con muchos detalles y colores y, sinceramente comparada
con otras obras del mismo Bosco o dentro del Prado, no me pareció nada interesante.
Sin embargo, luego de algunos años la he vuelto a ver
detalladamente y debo confesar que despertó mi interés al asociarla con dos
obras ecuatorianas que son “El Juicio Final” o “La resurrección de los
predestinados” y “El Infierno” o “Las llamas infernales”, las mismas que se
encuentran en la iglesia de la Compañía de Jesús en Quito-Ecuador y que fueron
realizadas por el famoso pintor de arte colonial, el jesuíta Hernando de la
Cruz el cual, no me parecería raro que se haya inspirado en la obra del Bosco,
ya que es conocido que los sacerdotes viajaban constantemente en aquella época
hacia Europa, para nutrirse del conocimiento y de las artes.
Sin embargo, debo recalcar que estos lienzos ecuatorianos
no son los originales del de la Cruz puesto que en el año 1829 y debido al gran
deterioro que presentaban en ese momento, fueron encargadas para ser
reproducidas fielmente a Alejandro Salas de quien se dice que la parte que
representa al infierno, es su aportación personal a la obra.
Aunque en “El Juicio Final” y” El Infierno” cuyas
dimensiones son de 317 por 488 cms, tienen el estilo conocido como el
“Tenebrismo” es decir con fuertes contrastes entre colores oscuros e
iluminación, muy diferentes a los brilllantes colores del cuadro del Bosco,
debo reconocer que comparten muchas semejanzas en cuanto a la temática
religiosa como son la presencia de personajes bíblicos como Dios, Adán y Eva en
“El Jardín de las Delicias”, mientras que en los cuadros quiteños están
Jesucristo, la Virgen María, varios ángeles y santos.
Pero sin duda, donde más se aprecian las semejanzas es
en los personajes que integran las escenas del infierno, el paraíso, el pecado
o los castigos.
En el infierno de Hernando de la Cruz por ejemplo, se
ve cantidad de atrocidades cometidos en nombre del castigo a los diferentes
pecadores con su respectivo pecado anotado junto a ellos, mientras en “El
Jardín de las Delicias”, si bien también se observan los pecados y los castigos
que se infligen a los pecadores en el lado derecho del tríptico, los colores son
más oscuros aunque no tanto ni tan detallados como en el de la Cruz.
La escena del paraíso que se observa en “El Juicio
Final” es subjetiva, ya que aparece como la zona donde se apartan a los justos
mientras frente a ellos, también son apartados los pecadores que seguramente irán
al infierno. En “El Jardín de las Delicias” el paraíso es más explícito puesto
que cuenta con un paisaje idílico donde abundan la vegetación, los animales y
los lagos y lógicamente con colores vivos.
Mi primer contacto con estas obras fueron en edades
tempranas, tal vez a los ocho o nueve años y debo confesar que me provocaron un
gran trauma personal, tanto que tuve que esperar hasta la edad adulta para
poder volver a verlas sin que me produzca malestar o temor, ya que las escenas
manifiestan con mucho realismo los pecados y los castigos, las mismas que son
llevadas a cabo por personajes espeluznantes que son los diablos o demonios. No
en vano, y en una sociedad con fuerte arraigo religioso en los siglos XVII,
XVIII y XIX, estos lienzos provocaron en la sociedad quiteña el efecto
esperado, por cuanto la gente imaginaba aterrorizada las consecuencias de un
mal proceder ajeno a los evangelios y se sometían con sumisión a los dictados
de las autoridades religiosas y políticas.
Estas dos obras, al igual que la del Bosco y luego de
pasado el susto, invitan a ser observadas detenidamente, ya que también se pueden
descubrir nuevos elementos que las enriquecen y las hacen inolvidables.
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