Como si la distopía de “Sumisión” de
Mishel Houellebecq se tratara, con una Francia dominada por un partido islámico, el mismo que lava el cerebro de las personas para quitar principalmente derechos a las mujeres e imponer una determinada religión en la educación; o
quizás, como la del famoso “Cuento de la criada” de Margaret Atwood que, como
sabemos, ha sido llevado con éxito a la pantalla y que narra un mundo donde las
mujeres son propiedad del estado y que por lo mismo, son recluidas para que tengan
hijos al mismo tiempo que las anula como personas, sin llegar a tener voluntad
propia ni independencia. Algo parecido se podría decir que está pasando en el
Ecuador. Una distopía donde, al parecer, las fronteras cobran sentido al
percibir dentro de ellas, un país medio enloquecido, desorientado y evidentemente
manipulado ya que, desde hace unos pocos años, la mayoría de la gente echa la
culpa de todo lo malo que le sucede en su vida personal y nacional a un solo
hombre que no es otro que el ex presidente, Rafael Correa.
Pese a que han transcurrido dos años desde
que dejó de gobernar pero, si alguien se quedó sin trabajo, es culpa de Correa;
si una carretera se destruye por causa de las lluvias torrenciales y falta de
mantenimiento, culpa también de Correa; si no hay empleo, es culpa de Correa
porque dejó destruyendo el empleo al obligar a los empresarios a eliminar las
“Tercerizadoras”, mismas que, elaboraban contratos sin derechos y despidos sin
indemnización; si la Seguridad Social está al borde la quiebra es porque Correa
obligó a que se de salud a niños menores de 6 años, a mayores de 60 años y a
personas con enfermedades catastróficas… y así, una cantidad infinita de males
que tienen un solo culpable, pese a que recientemente también, saltó una
noticia en todos los medios hablados y escritos que daban cuenta que en su
gobierno, se habrían gastado aproximadamente 1.500 millones de dólares,
solamente para promocionar su imagen y su gobierno, algo que, por lo que he
mencionado anteriormente, no se entiende, a menos que alguien haya invertido
más que él, porque el efecto ha sido justamente lo contrario, al convertirse el
ex presidente en el sujeto donde descargar frustraciones personales,
profesionales, políticas y hasta sentimentales.
Lógicamente y hasta cierto punto, como
todo proceso manejado por personas, estaría en algo justificado el malestar de
la gente ya que su gobierno adoleció de graves errores al haber percibido la
ciudadanía, corrupción en muchos de los puestos y cargos de responsabilidad
política que, tal vez en ello y como lo he dicho alguna vez, le faltó a Correa
gestionar y conocer mejor al equipo con el que trabajaba, ya que desde el
inicio de su mandato, muchos de ellos eran cuestionados tanto por su pasado
como en la forma de actuar durante sus funciones, así como también, pese a que
se intentó por primera vez dar a la militancia una participación más activa
evitando prácticas antiguas que desprestigiaron la política del Ecuador, sin
embargo, se pecó de lo mismo al imponer candidaturas, que luego llevaron un
accionar cuestionable al ser, los elegidos a dedo, desconocedores de las
realidades a las que se enfrentaban, como en el caso de Europa, de la
problemática de la inmigración y de las necesidades de la gente, así como su
notoria falta de empatía.
Sin embargo, no solamente lo anterior
parece ser la causa de tan delirante situación sino que, posiblemente y más o
menos de acuerdo a lo que analiza el
periodista Martin Caparrós en su columna de EPS, influirían componentes culturales
como la religión de origen judeo-cristiano que, desde tiernas edades, se nos ha
enseñado que Adán y Eva pecaron por “culpa” de la segunda, al haberle dado la
manzana prohibida a Adán lo que, a partir de allí fueron desterrados del
paraíso provocando también, el aparecimiento de los “significados” ya que, si
las cosechas salían mal, por ejemplo, o los hijos morían sin causa aparente,
era porque alguien pecó, provocando la ira de Dios mediante castigos. Menos mal
que el mismo cristianismo, estableció un código de conducta el mismo que
permitió al hombre actuar conforme a su voluntad, de tal manera que era ya de
su directa responsabilidad si incumplía o no ese código, pero aquello no evitó
por ejemplo, que en la época medieval naciera la cacería de “brujas”, que no de
brujos, ya que eran ellas las que tenían “la culpa” de los males en los pueblos
y ciudades y por eso, se las persiguió y hasta se las quemó en las hogueras.
En los últimos siglos, en cambio, conforme
íbamos evolucionando en el saber y en las ciencias, como ya no había a quien
culpar, entonces, se empezó a culpar a las estructuras como el comunismo, el
capitalismo, la inmigración, los políticos, los economistas, etc. También se ha
determinado el hecho de culpar al otro de todos los males como un problema
psico-social, más conocido como el “Síndrome Adámico” o como “Victimismo” lo
que podría tener solución a mediano o largo plazo, mediante terapias
psicológicas o psiquiátricas. Sin embargo, es interesante conocer que Wikipedia
indica que, según la Lógica, el hecho
de culpar al otro es una retórica demagógica que busca desprestigiar de forma
falaz la argumentación del adversario. En Psicología, el
VICTIMISTA o la persona con tendencia psicológica victimista puede desembocar
en una conducta patológica llamada TRASTORNO PARANOIDE que tiende a
culpabilizar a los demás, de los males que uno padece y se caracteriza por una
deformación pesimista de la realidad que vuelve al sujeto, un ser incapaz de
realizar una autocrítica.
Personalmente, pienso, que la solución
podría estar más bien en la educación de la gente y en el uso inteligente y
responsable de las redes sociales ya que vivimos una gran revolución digital
que ha democratizado de alguna manera la información hacia grupos sociales que
antes era imposible que lo obtengan y que, por lo mismo, tienen ahora la
oportunidad de discernir las situaciones, las noticias y lo que le están
contando, evitando ser manipulados por parte de los poderes que hacen mal uso
de ese victimismo, sin dar oportunidad a la autocrítica, degradando el debate y
manteniendo en el letargo a la gente.
Sería de esperar, entonces, que se tome
conciencia de esta ya preocupante realidad, que no solamente ha provocado la
destrucción de relaciones familiares, amistosas, etc., sino que y lo que es
peor, ha provocado en la población una situación que le impide exigir a las
autoridades que están gobernando para que, de una buena vez, empiecen a
trabajar por el bien del país sin echar la culpa de su ineptitud a quien ya se
sabe, es decir, a Rafael Correa.
"RESPONSABILIDAD: Cuando es de otros,
es de otros; cuando es de las estructuras, es de las estructuras; y cuando es
de uno, es de uno"
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