Foto: Amartya Sen. Wikipedia
ME HICE DE IZQUIERDAS CUANDO EMPECÉ A LEER. Almudena Grandes
Parece ser que ciertas
circunstancias, hechos históricos, nombres o frases suelen influir anímicamente
en los ciudadanos y es por ello que, por ejemplo, existe una frase en
Ecuador que siempre sale a colación por parte de ciertos políticos o
periodistas cuando el país se encuentra en sus horas más bajas, políticamente
hablando, y que se atribuye a una santa, Marianita de Jesús quien supuestamente
había dicho que “Al Ecuador no lo acabarán los terremotos ni las catástrofes,
sino los malos gobiernos”, creando una suerte de maleficio al país y del que,
al parecer, no logramos desprendernos por lo que, más bien, les ha venido de
perlas a los que se han feriado el país a lo largo de décadas de su vida
republicana.
Por otro lado, han transcurrido más de 500 años de la
conquista de América por parte de los españoles y, aquel acontecimiento, sigue
siendo otra de las causas de todas nuestras desgracias que no desaprovechamos
para echarle en cara a cuanto español osa por pisar nuestras tierras siendo que
ellos, no tienen nada que ver con lo que han hecho nuestros tataratarabuelos
con nuestros propios países. Y como si ello no hubiese sido suficiente, a mediados
del siglo pasado perdimos una guerra frente al Perú y, ¿adivinen quien se
convirtió en el otro culpable de nuestros males? ¡pues Perú y los peruanos!
Menos mal que en los 90’ se solucionó de alguna manera ese problema que nos
dejó huérfanos de culpables hasta que apareció Rafael Correa que, por lo que
veo, su culpabilidad durará algunas décadas hasta que aparezca otro a quien
descargar todas nuestras frustraciones sin asumir nunca que los únicos
culpables de todo lo que nos pasa, somos nosotros mismos.
Afortunadamente, existen serios estudios y estudiosos
que corroboran que la causa de todos los males en ciertos países, no suelen ser
ni un nombre, ni un país, ni una frase sino, más bien, de la falta de
democracia.
Y para explicar mejor aquello, el Nobel de Economía y
recientemente galardonado con el Princesa de Asturias 2021 de Ciencias
Sociales, Amartya Sen, contribuyó a crear el IDH (Índice de Desarrollo Humano)
del cual, se basa la ONU para medir el grado de desarrollo de un país ya que
antes se lo hacía con base a su Producto Interno Bruto, es decir, a las
características de propiedad, medios y posición de ingreso reemplazándola por
otras que tienen que ver con la vida humana y la libertad de su gente, es
decir, computando la esperanza de vida, el ingreso per cápita y el nivel
educativo con el enfoque de las capacidades para tratar la desigualdad.
Amartya Sen, de origen Bengalí y residente en
Inglaterra, recuerda que de niño fue testigo de una feroz hambruna que mató
entre dos y tres millones de personas en su país y que, constató, que los que
murieron fueron los que menos tenían, especialmente agricultores y, que los que
más tenían, en cambio, vivieron indiferentes a este drama, lo que le causó
tremendo impacto y le llevó a estudiar estos fenómenos a lo largo de su vida,
llegando a la conclusión que no es suficiente tener mucho dinero sino no tienes
buenas escuelas, buenos servicios de salud, espacios públicos para socializar,
museos para disfrutar del arte o, lo que es lo más importante, la oportunidad
para desarrollarse como persona y como profesional, accediendo a los medios
adecuados para ello. Sin todo ello, se vive en un país sin democracia, sin
desarrollo y su gente, simplemente, no es feliz.
Un buen ejemplo de esto último es el que puso con el
caso de China que es próspera, pero sin libertades individuales.
Por lo mismo, no tendría sentido lo sucedido con los
recientes paros, por ejemplo, que hubo gente que decía que no los apoya porque
tiene que trabajar, que si no trabaja no come y que no sale adelante el país, ya
que esa falta de apoyo no solamente es un gesto insolidario a todas luces, sino
que refleja un desconocimiento total de esa premisa que pregona Amartya Sen, ya
que existe gente que por esa falta de democracia no tiene derechos, se ha
quedado sin trabajo o no puede desarrollar sus capacidades o talentos, lo que
influye en el sistema que acaba salpicando a todos, como se puede comprobar con
la cantidad de problemas que asolan al país en estos momentos, entre ellos, de
tipo económico, judicial o con las cárceles.
Es por ello, entonces, que debemos asumir juntos nuestra responsabilidad y que empecemos como ciudadanos a trabajar conjuntamente para llevar las riendas de nuestro país y nuestro futuro dirigiéndolo hacia una real democracia que brinde una verdadera calidad de vida para todos, sin excepción.
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