Cuando menos sabe una persona, más convencido está. Boris Cyrulnik
Hoy quiero
comentar sobre dos películas que han generado controversia, pero con diversa
significación.
Me refiero a “Un
tranvía llamado deseo” y a “Amélie”.
En el caso de
Un tranvía llamado deseo, película estrenada en el año 1951 y dirigida por Elia
Kazan, me he permitido discrepar con diversas opiniones que han surgido, en el
sentido que la película es reconocida porque en ella se dio a conocer un mito
indiscutible como lo fue Marlon Brando y poco más.
La película en
realidad, nunca la había visto cuando vivía en Ecuador, ya que nunca la pasaron
por televisión además que, si bien podía haberla visto en Beta o VHS, los pocos
distribuidores que alquilaban películas en este formato, no la tenían o si la
tenían, era de malísima calidad que casi no se apreciaba nada. De tal modo, que
recién tuve la oportunidad de verla por primera vez aquí en España y por
televisión, hace apenas unos dos o tres años y la verdad, me llevé una gran decepción
y pena a la vez, ya que me había creado una idea preconcebida, lógicamente
magnificada por los críticos y los medios, en el sentido que Brando hizo su
gran debut lo que, a mi modo de ver, su actuación no fue tan grandiosa ya que
fue opacado por la sí, brillante actuación de Vivien Leigth, en su papel de una
enferma mental, lo que lo llevó a conseguir el tan ansiado premio Oscar por ello.
Debo confesar, además,
que no me suena alguna película que Marlon Brando haya hecho una actuación destacable,
a no ser que se luciera por ser un hombre extremadamente atractivo que, fuera
de ello, ni en El Padrino o en El rostro impenetrable, no pasan de ser
actuaciones normales.
En el caso de
Amélie, en cambio, son otras las apreciaciones y será por su reciente estreno -en
el año 2001-, cuando ya apareció el internet y, consecuentemente, las redes
sociales, que ha generado diversas opiniones siendo, la más frecuente, que es
una historia sencilla que incluso a muchos, no les dice nada.
En este punto,
me permito nuevamente discrepar ya que, por algo, la película no dejó
indiferente a nadie –sobre todo en Europa- y obtuvo muchos premios, al ser
considerada rompedora y original y que a mí, particularmente, me dejó en
shock.
Debe ser porque
pienso que cuando uno lee un libro, va al teatro o al cine, espera encontrar, no solamente una buena historia sino también, emociones o algo que le permita
recordarla por mucho tiempo.
Amélie es una
historia de realismo mágico, sin duda, de tal manera que la relación entre ella
y el chico del cual está enamorada, es el centro alrededor del cual giran diversos
factores que la hacen única, como el vestuario de la protagonista, su peinado, su
forma de ser, la escenografía que semeja a un cómic y la misma historia en sí, que
es rocambolesca pero divertida y tierna a la vez, lo que me ha provocado que
tenga que verla repetidas veces para descubrir una vez más, pequeños detalles
que habían pasado desapercibidos en su momento, y esto último, considero que es
el ingrediente imprescindible que debe tener una buena película para trascender
en el tiempo y ser considerada un clásico.
Películas controvertidas innecesariamente que, tal vez por ello, recomiendo verlas nuevamente.
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