Existe una constante en la gastronomía ecuatoriana que, al
parecer, se repite también en el resto de países latinoamericanos y que no es,
sino, hacer “emplatados” sobre cargados que muchas de las veces no tienen
sentido y, lo que es peor, hasta pueden ser contraproducentes para la salud.
Sería por esa mal habida fama de que al ecuatoriano le gusta
comer abundantemente cosa que, en un principio, es hasta cierto punto verdad y
prueba de ello es el alto índice de obesidad – más del 60%- entre la población
y agudizada durante la pandemia, lo que desencadena en altos índices de enfermedades derivadas de este problema
como son las cardiovasculares, diabetes, hipertensión, caries y hasta problemas
psicológicos. Paradójicamente, existe también un problema de desnutrición
derivada de la pobreza, así como también de los malos hábitos, ya que una
persona puede ser gorda por el exceso de comida basura como por la falta de
nutrientes en su alimentación.
Y esto me produce una enorme desazón puesto que, Ecuador es
rico en productos agrícolas y ganaderos con verduras, hortalizas, cereales y
frutas de todo tipo, así como también, variedad de aves, cerdos u ovejas, los
mismos que son producidos en su mayoría, por pequeños empresarios que normalmente
no suelen utilizar sustancias químicas, principalmente, por su alto costo convirtiéndolos
necesariamente, en productos ecológicos.
Debe ser por eso de la abundancia, también, que los
emplatados resultan además de desagradables visualmente, redundantes, como
aquel plato que contiene el maíz en todas sus variedades ya sea en forma de
canguil, tostado y mote y, como si ello no fuese suficiente para provocar una
bomba indigestiva, se le agrega una empanada de harina con el objeto, quizás, de
darle vistosidad o sensación de cantidad a dicho guiso.
Pero, probablemente el que se lleva el premio de este
absurdo, es el llamado “Bandera” que no sé a quién se le ocurrió porque es una
verdadera mezcolanza de productos que van desde los mariscos, hasta las carnes y vísceras de ternera, este último conocido como “Guatita”, lógicamente
rematado con una cerveza, una cola y una ensalada de cebollas con tomate, como si no existiera una gran
variedad de verduras con las que se pueden hacer infinidad de ensaladas, tantas
como la rica tierra de origen volcánico del Ecuador las da.
No es raro, entonces, que exista también una creciente
cantidad de enfermos con problemas de cáncer colorrectaldebido a las dificultades de digestión
así como de la inadecuada preparación con bastantes aliños y hasta malas
condiciones higiénicas.
Sería ideal, entonces, que las autoridades competentes como los
ministerios de salud y educación, los medios de comunicación, los jefes de cocina
con gran influencia hicieran una campaña para promover una adecuada
alimentación y preparación para lo cual, se podría tomar como referencia el
programa de la Fundación Alicia, promovida por el chef internacionalmente
conocido, Ferrán Adriá, que se encarga de investigar productos y procesos
culinarios para mejorar la alimentación de las personas. Esta fundación, aparte
de compartir información, imparte talleres para cocineros, empresas, restaurantes,
a colectivos que requieren alimentación especial como niños o embarazadas, ya
que consideran que la comida debe ser equilibrada en sus componentes para tener
buena salud.
Esta campaña debería estar dirigida, principalmente, a los
cocineros ambulantes y de los mercados ya que, si bien es cierto, existen
emplatados armoniosos en cantidad y nutrientes como los “Llapingachos”, el “Hornado”
o la cantidad de sopas tradicionales de la sierra y la costa, también necesitan conocer las
cantidades de calorías o combinación de productos que debe contener un menú,
por ejemplo, brindando variedad y calidad que para ello, como indiqué anteriormente,
el Ecuador goza de una envidiable variedad de productos que brinda la
naturaleza con los que se podrían hacer los más exquisitos y saludables platos
y, por qué no, hasta aliviar la economía de los bolsillos de los ciudadanos que
tanta falta hace en estos tristes momentos que vive el país.
Últimamente, debido a mi profesión, se me hace imposible dedicar el tiempo que se merece a este blog. Agradezco a las casi medio millón de entradas que me han permitido compartir mis experiencias y mi forma de pensar sobre diversos aspectos de la sociedad ecuatoriana-española y de temas actuales que he considerado, son de interés general y que no han tenido otro objeto que de contribuir al conocimiento y al mejoramiento de la sociedad, especialmente la ecuatoriana.
He tomado además la decisión de hacer un compendio de los 50 mejores artículos los cuales, se han retirado del blog ya que serán publicados en breve, para aquel que tenga interés de conservarlo, tanto en formato de libro físico o digital.
Ocasionalmente, en cuanto considere algún otro tema de interés general, seguiré publicando pero ya no con la periodicidad de antes.
San Agustín: "El consentimiento no significa ceder respecto a lo que
quiere el otro, sino consentir el deseo de uno mismo"
Existe un tema recurrente que ha tomado mucha actualidad debido
al auge de las redes sociales y que, al ritmo de las publicaciones con los
supuestos éxitos reflejados en los cientos de imágenes que publica la mayoría
de las personas en las diversas RRSS, han hecho que florezca LA ENVIDIA. Y, por
lo mismo, me es inevitable no recordar una película que en su tiempo, si bien
me llamó la atención, no es hasta ahora que me fijo más en el papel de aquel
envidioso que se pasó toda la vida poniéndole todas las zancadillas posibles a
Mozart, hasta que este último murió sin que haya hecho mella en su vida dichas
acciones, ya que ha trascendido en el tiempo y en el lugar, al considerárselo el más
grande de los compositores jamás habido en su género en todo el mundo.
En efecto, se trata de AMADEUS.
Me preguntaba: ¿cómo pudo ser posible que este personaje (el
envidioso) haya desperdiciado toda su vida en su afán de destruir -sin éxito- a
una persona? Difícil encontrar una respuesta a esta interrogante, ya que me
parece increíble que algo así suceda, por cuanto considero que solo se vive una
vez y que esa vida se debería, más bien, aprovecharse en hacer cosas
constructivas o que nos gusten. La envidia solo destruye al odiador y su, supuesta lucha, siempre será estéril.
En mi caso personal, por ejemplo, no me considero una
persona digna de ser envidiada por cuanto sería demasiado presuntuoso de mi
parte creer aquello, aunque no han sido pocas las veces que me han hecho sentir
así, pero gracias los valores recibidos de mis padres y al sentido de la vida
que tengo, me permiten no darle ninguna atención al tema, peor, que influya algo
en mi vida.
Como decía, será porque jamás escuché decir a mis padres
algún comentario de molestia porque alguien triunfara y lo único sí, es que nos
decían es que uno debe ser responsable con sus actos y con las decisiones que
uno tome, por lo que viniendo de una familia fuertemente católica, encomendamos
dichos actos a Dios, sin esperar ningún milagro extraordinario y pidiendo más
bien, la sabiduría necesaria para tomar las decisiones correctas sobre todo, en
los momentos difíciles. Nos ponían ejemplos, además, de gente que, habiendo actuado
mal, lo pagaba tarde o temprano, por lo que nos acentuaban el hecho de no hacer
mal a nadie para poder enfrentarse a la vida con la conciencia tranquila y con la
frente en alto.
Es por ello también que me siento incapaz de sentir envidia por
otra persona ya que, considero además que todas las personas hemos sido dotadas
de unas características que nos hacen únicos e irrepetibles, no solamente en el
aspecto físico sino también en el emocional y cognitivo. Por lo mismo, nunca seré la cantante de voz extraordinaria o el arquitecto de creaciones originales
que me hubiese gustado ser, incluso en mi profesión, no podré ser el
conferenciante o el especialista de éxito, porque se necesita madera para ello,
pero sí intento ser la mejor en lo que me he preparado y en lo que me gusta que cada día es un aprendizaje en mi profesión, así como en la escritura y en la
pintura que son mis hobbies, de tal manera que poco tiempo me queda para estar
envidiando peor, estar urdiendo un plan para perjudicarle a una persona.
Me imagino que debe ser terrible para alguien, en
determinada etapa de su vida – y más, si es traspasando el umbral de la madurez-
que haga un balance de lo hecho y descubrir que no hay nada que valga la pena.
Pero es allí, precisamente, donde el sentido de la vida que uno tiene, toma
protagonismo. Tal vez, para unas personas el sinónimo de éxito o triunfo puede
estar en viajar por el mundo o en tener un coche de alta gama o un trabajo en
el estado, que no está mal si ello les hace felices, pero, para otros, estaría
solamente en reunir a la familia completa en una comida de domingo y compartir
fraternalmente risas y bromas o, simplemente, en disfrutar del arte. Personalmente,
nada me hace sentir más rica y privilegiada que disfrutar de un cuadro o de una
buena película, por ejemplo.
También creo que influye el sistema político y social que
impera en los países. En las sociedades igualitarias, con mayor calidad de
vida, donde el ser pobre se considera puntos para poder acceder a becas, a
ayudas para montarse un negocio o para conseguir una vivienda, difícil es que surjan
las envidias y los envidiosos. Claro que existe algo, faltaría más, pero es casi
imperceptible y en casos puntuales, generalmente en personas con problemas de baja
autoestima. Es por ello, que ha sido mi afán personal el concienciar el acceso
a la adecuada información y al buen uso del internet y por lo mismo, este blog,
justamente porque he caído en cuenta que, hasta para hacer buen uso del
internet, depende del grado de desarrollo de la sociedad en que se vive. El internet es una
herramienta poderosa que, bien utilizada, puede ayudar a distintos aspectos de
la vida de un país, mientras que su mal uso, pensando que son solamente
las RRSS para socializar, puede hundirlo al recibir información sesgada
y manipulada que hace que se retrocedan años de desarrollo alcanzado.
Por último, me gusta una frase que leí por ahí que dice que,
el envidioso no es que envidia lo que tienes sino la luz que desprendes y creo
que, más bien, esa luz es la actitud y el positivismo con que se toma las
desventajas que se presentan en el camino. Es la seguridad en lo que se tiene y en lo que valora.
Solo los locos y los solitarios pueden permitirse el
lujo de ser ellos mismos. Los solitarios porque no necesitan complacer a nadie
y los locos porque no les importa ser ellos mismos. Charles Bukowski
Ya me parecía un poco extraño cuando, hace poco más de un
par de décadas, leía una “promoción” por parte de un conocido hospital privado
que ofrecía, además de cesáreas, un precioso ramo de flores, fotos del neonato
y su madre, habitación privada con cama para un invitado, todo por una suma económica
nada despreciable con el que intentaban dar la imagen de privilegio y de
glamur a un proceso que debía ser natural y al que se sumaron varias mujeres con alto poder
adquisitivo, del que luego hacían presunción entre sus familiares y amigos.
Valga decir que las cesáreas iban y venían, incluso se las adelantaban
con la finalidad de hacerlas coincidir con bodas o cumpleaños, con el
consiguiente riesgo que eso conllevaba que, menos mal y, al menos de mi parte,
no tuve después ninguna noticia desfavorable al respecto, pero que sí me llamó
mucho la atención el alto índice de estas intervenciones quirúrgicas cuando yo,
siendo una profesional sanitaria, tenía conocimiento que ello solamente debía
darse cuando existía un serio peligro tanto para la madre como para el niño y
ese supuesto alto índice de riesgo no era compatible con la buena salud de la
mayoría de mujeres al ser, la mayoría, bastantesjóvenes. Estadísticas que, en tiempos actuales,
no han hecho más que agudizarse a tenor de los informes tanto en España como en
Ecuador, donde las cesáreas superan lo recomendado por la OMS.
En dicha época, como decía, lo asumí con cierta resignación,
total siempre he respetado el criterio del médico que, para ello se ha
preparado y sabe de lo que habla y recomienda hasta que, últimamente, se ha
tomado conciencia de este asunto a tal punto de considerarlo como parte de la
llamada “violencia obstétrica” ya que estas intervenciones, así como también la
llamada “episiotomía”
(incisión
que se hace en el perineo -el tejido entre la abertura vaginal y el ano- durante
el parto) más otros tratamientos médicos y psicológicos,
están desembocando en serios problemas para la salud de las mujeres -aparte de
los lógicos posoperatorios- como crónicas incontinencias urinarias, dolores abdominales
permanentes, depresiones, o simplemente, el no poder tener más hijos.
Y me preocupa bastante este fenómeno, particularmente, por
el tema del aborto por cuanto existe un apoyo total a este tipo de
intervenciones por parte de los pro abortistas, siendo que muchos de ellos proclaman
la defensa de la madre naturaleza o de los animales, por ejemplo.
Sin duda, un embarazo no deseado es un hecho dramático del
que debemos empatizar, sobre todo, cuando se trata de un embarazo producto de
la violación y por lo mismo, creo que no se soluciona eliminando a otro niño
sino, más bien, que dicho proceso llegue a término de forma natural por cuando
es la forma más antiséptica y menos cruenta que existe. Si el deseo de la madre,
respetable, por cierto, es no hacerse cargo del niño por la razón que crea,
puede darlo en adopción al existir miles de personas o parejas que desean ser
padres y que no lo pueden ser por razones burocráticas, que eso ya es otro
asunto.
Los defensores del aborto dirán que es más peligroso para
las niñas parir de forma natural y yo les diría que, también lo es la
intervención quirúrgica de la cesárea, sin contar con los “curetajes” o “legrados”
que son procesos donde se raspa el útero con el objeto de eliminar a trozos al
niño que, si no se lo hace adecuadamente, puede provocar peligrosas hemorragias
con resultado de muerte. Y más de una niña ha muerto por tal razón.
En conclusión y como decía anteriormente, nada mejor que el
parto natural o humanizado eso sí, con acompañamiento en un medio hospitalario
o con una partera de gran experiencia, con el objeto que la madre naturaleza haga
su parte del que luego, no queden secuelas ni físicas ni psicológicas para la
madre y allegados derivados de dicha experiencia.
A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto nuestra vida se concentra en un instante. Oscar Wilde
A propósito del reciente fallecimiento de mi tío Vinicio y
viendo una publicidad navideña por televisión por parte de unos grandes
almacenes, donde aparecen unos niños con las orejas de Elfo como si la empresa quisiera
borrar cualquier alusión a las navidades cristianas, se me hace inevitable no
recordar mis navidades en Ecuador.
No me parecería raro entonces -conociendo como eran- que mi
padre y mi tío Vinicio junto con nuestras madres se pusieran de acuerdo para
brindarnos desde nuestra más tierna infancia, un ambiente de unidad familiar y
de tradiciones culturales, de tal manera que dichas épocas se hicieran
inolvidables para nosotros lo que, al parecer, surtió efecto por cuanto las navidades se han convertido en una fiesta entrañable para mí y que, por
lo que he sabido, también lo son para mis hermanos y mis primos.
Y cómo no lo iban a ser ya que, para empezar, luego de la
resaca de las fiestas de Quito a principios de diciembre, el día 16 solíamos
empezar la Novena del Niño para lo cual, cada familia incluida también la de mi
tío Pedro, debía brindar su casa para celebrarlo y donde necesariamente debía
haber un pesebre o un “nacimiento” como lo llamábamos, seguramente por su raíz
proveniente de la palabra “Navidad” o “Natividad”, la misma que solía estar primorosamente elaborada y adornada con un luminoso árbol de Navidad; y como si aquello no fuera
suficiente, se colocaba en un tiestito de barro un poco de carbón con unos
cristales de incienso haciendo que el ambiente tenga un delicioso y cálido
aroma.
Terminado el día correspondiente de la novena en la que se nos
hacían sentar a los niños alrededor del pesebre, cantábamos villancicos
tradicionales acompañando a los vinilos de antaño de los Pibes Trujillo para, al
finalizar la jornada compartir una deliciosa merienda a cargo de los
anfitriones de turno.
El día más esperado, es decir el 24, en cambio, lo
celebrábamos unas veces juntos y otras, en cada hogar para lo cual, luego de
acabada la cena y retirarnos a dormir, a la mañana siguiente, mis padres nos
hacían creer que los Reyes Magos o el Niño Dios habían entrado en la casa y que
nos habían dejado los regalos al pie del árbol de navidad, mientras varias
macetas de plantas que habían sido removidas de las ventanas yacían desperdigadas
a lo largo de toda la estancia provocando, al menos en mí, una sensación de temor
y alegría a la vez, ya que la emoción mostrada por mis padres incitándonos a
deshacernos rápidamente de las envolturas de los regalos se disipaba
rápidamente por la excitación que provocaba descubrir el contenido de los mismos.
Sensaciones que se repetían cuanto lo festejábamos juntos con mis primos y mis
tíos ya que, al caer bien entrada la noche, nos hacían salir a la calle para
ver en el firmamento la estrella donde llegaría Papá Noel que, pese a que no la
veíamos, al volver al punto de reunión, lo encontrábamos vociferando su “Jo,
Jo, Jo” mientras descargaba los regalos y nos los entregaba nombrándonos uno a
uno.
El ambiente cristiano de fiesta, de sentimientos de
solidaridad y de paz y, por qué no, de obligado consumismo al ser la única vez
en el año que recibíamos merecidos regalos, se hacían también presentes en la
ciudad, sobre todo en el centro histórico de Quito donde los grandes almacenes,
a la vez que ofrecían sus productos, pugnaban por mostrar sus mejores belenes y
sus vitrinas engalanadas de guirnaldas y colores, mientras los griteríos de los
vendedores ambulantes, los altoparlantes que trasmitían villancicos y el fuerte
olor a incienso que despedían las iglesias denostando también que se celebraba
la Novena y el Pase del Niño, trasmitían un ambiente de fiesta como ninguna
otra época del año.
Recuerdos entrañables, como decía, que no han hecho más que
reafirmar mi fe cristiana ya que la unidad familiar, la paz, el amor, la
ternura y la alegría representadas en la Sagrada Familia, no se pueden comparar
con el consumismo desenfrenado y frívolo que solo invita a comprar una
felicidad efímera o con los personajes inventados de algún cuento nórdico que
podrán ser simpáticos, pero que no representan la verdadera esencia que provoca
la llegada del Hijo de Dios al mundo y a nuestros corazones.
Luego de la publicación de mi primer libro TODO LO QUE QUISIMOS SER en 2019, tengo el inmenso placer de presentar a mis amables lectores la segunda parte de lo que ya, se está convirtiendo en una trilogía sobre la sociedad ecuatoriana. UN MUNDO SIN AMOR, efectivamente, narra la historia de Natalia Echeverría en la búsqueda de sus raíces y que bien podría ser la de cualquier mujer de las que observamos diariamente en nuestro entorno, cuando se tiene que enfrentar sola ante una sociedad deshumanizada y atrasada, teniendo que recurrir a su propio ingenio y fuerza moral, para superar los escollos que se le van presentando día a día y, descubriendo que, pese a todo, hay lugar para la esperanza.
Se lo puede encontrar tanto en el formato digital como en formato físico en AMAZON:
Había visto documentales y leído varios
reportajes acerca de la migración española hacia América y Europa durante los
siglos XIX y XX y, de manera particular, durante la Guerra Civil Española y la posguerra, descubriendo que tenían en común el hecho que había gente que no tenía
recuerdos o evidencias físicas de sus familiares o conocidos, los mismos que habían salido
del país en condiciones evidentemente extremas por lo que, ante la falta de
imágenes o documentos que reflejen de alguna manera las razones de su salida,
sus itinerarios o las condiciones en que vivieron luego en los países de acogida, decidieron crear asociaciones para recopilar toda esa
información y, principalmente, para que “no se pierda la memoria”.
Y fue ésta la razón que me llevó a escribir este
libro al ser, además, afectada y protagonista en primera persona de un proceso
migratorio desde Ecuador hacia España, durante su época más difícil que fue
desde el año 1997 hasta el 2001 y, también, porque percibí que era necesario exponer
esta parte dolorosa de nuestra historia, pero desde un punto de vista novelístico
ya que la información estadística y social, en cambio, goza de abundante
información gracias a la preocupación de los respectivos gobiernos de ambos
países.
TODO LO QUE QUISIMOS SER, entonces, quiere
preservar la memoria con una novela que no habla de hechos
reales, pero sí que está inspirada en ellos, con historias que pueden ser la de
una madre, la de un sobrino o la de algún amigo, ya que se sitúan no solamente
dentro del contexto del drama de la migración sino, también, de la vida misma.
Espero sea del agrado de todos y se
lo puede encontrar en las principales librerías, en las plataformas digitales
como Amazon o a través de este link:
ME HICE DE IZQUIERDAS CUANDO EMPECÉ A LEER. Almudena Grandes
Parece ser que ciertas
circunstancias, hechos históricos, nombres o frases suelen influir anímicamente
en los ciudadanos y es por ello que, por ejemplo, existe una frase en
Ecuador que siempre sale a colación por parte de ciertos políticos o
periodistas cuando el país se encuentra en sus horas más bajas, políticamente
hablando, y que se atribuye a una santa, Marianita de Jesús quien supuestamente
había dicho que “Al Ecuador no lo acabarán los terremotos ni las catástrofes,
sino los malos gobiernos”, creando una suerte de maleficio al país y del que,
al parecer, no logramos desprendernos por lo que, más bien, les ha venido de
perlas a los que se han feriado el país a lo largo de décadas de su vida
republicana.
Por otro lado, han transcurrido más de 500 años de la
conquista de América por parte de los españoles y, aquel acontecimiento, sigue
siendo otra de las causas de todas nuestras desgracias que no desaprovechamos
para echarle en cara a cuanto español osa por pisar nuestras tierras siendo que
ellos, no tienen nada que ver con lo que han hecho nuestros tataratarabuelos
con nuestros propios países. Y como si ello no hubiese sido suficiente, a mediados
del siglo pasado perdimos una guerra frente al Perú y, ¿adivinen quien se
convirtió en el otro culpable de nuestros males? ¡pues Perú y los peruanos!
Menos mal que en los 90’ se solucionó de alguna manera ese problema que nos
dejó huérfanos de culpables hasta que apareció Rafael Correa que, por lo que
veo, su culpabilidad durará algunas décadas hasta que aparezca otro a quien
descargar todas nuestras frustraciones sin asumir nunca que los únicos
culpables de todo lo que nos pasa, somos nosotros mismos.
Afortunadamente, existen serios estudios y estudiosos
que corroboran que la causa de todos los males en ciertos países, no suelen ser
ni un nombre, ni un país, ni una frase sino, más bien, de la falta de
democracia.
Y para explicar mejor aquello, el Nobel de Economía y
recientemente galardonado con el Princesa de Asturias 2021 de Ciencias
Sociales, Amartya Sen, contribuyó a crear el IDH (Índice de Desarrollo Humano)
del cual, se basa la ONU para medir el grado de desarrollo de un país ya que
antes se lo hacía con base a su Producto Interno Bruto, es decir, a las
características de propiedad, medios y posición de ingreso reemplazándola por
otras que tienen que ver con la vida humana y la libertad de su gente, es
decir, computando la esperanza de vida, el ingreso per cápita y el nivel
educativo con el enfoque de las capacidades para tratar la desigualdad.
Amartya Sen, de origen Bengalí y residente en
Inglaterra, recuerda que de niño fue testigo de una feroz hambruna que mató
entre dos y tres millones de personas en su país y que, constató, que los que
murieron fueron los que menos tenían, especialmente agricultores y, que los que
más tenían, en cambio, vivieron indiferentes a este drama, lo que le causó
tremendo impacto y le llevó a estudiar estos fenómenos a lo largo de su vida,
llegando a la conclusión que no es suficiente tener mucho dinero sino no tienes
buenas escuelas, buenos servicios de salud, espacios públicos para socializar,
museos para disfrutar del arte o, lo que es lo más importante, la oportunidad
para desarrollarse como persona y como profesional, accediendo a los medios
adecuados para ello. Sin todo ello, se vive en un país sin democracia, sin
desarrollo y su gente, simplemente, no es feliz.
Un buen ejemplo de esto último es el que puso con el
caso de China que es próspera, pero sin libertades individuales.
Por lo mismo, no tendría sentido lo sucedido con los
recientes paros, por ejemplo, que hubo gente que decía que no los apoya porque
tiene que trabajar, que si no trabaja no come y que no sale adelante el país, ya
que esa falta de apoyo no solamente es un gesto insolidario a todas luces, sino
que refleja un desconocimiento total de esa premisa que pregona Amartya Sen, ya
que existe gente que por esa falta de democracia no tiene derechos, se ha
quedado sin trabajo o no puede desarrollar sus capacidades o talentos, lo que
influye en el sistema que acaba salpicando a todos, como se puede comprobar con
la cantidad de problemas que asolan al país en estos momentos, entre ellos, de
tipo económico, judicial o con las cárceles.
Es por ello, entonces, que debemos asumir juntos
nuestra responsabilidad y que empecemos como ciudadanos a trabajar
conjuntamente para llevar las riendas de nuestro país y nuestro futuro dirigiéndolo
hacia una real democracia que brinde una verdadera calidad de vida para todos,
sin excepción.
-"El paraíso de donde no puedes salir es
un infierno". Armando Fuentes Aguirre
Considero que las películas son el mejor medio para dejarnos
buenas enseñanzas sobre la vida y sobre las personas, además, el mejor
instrumento para remover conciencias a través de historias reales o ficticias y,
como la siguiente lista que comparto, a través de procesos y resoluciones
judiciales que no dejan indiferente a nadie ya que fomentan el debate y crean precedentes que cambian las normas de convivencia.
1.
1.- VENCEDORES O VENCIDOS.- Como ya lo había
manifestado en alguna otra lista es una de mis preferidas en todo sentido. Con
actores legendarios como Spencer Tracy, Burt Lancaster, Judy Garland entre
otros, cuenta una parte importante de la historia mundial como fue la segunda
guerra mundial y, específicamente, el famoso juicio de Nuremberg por crímenes de
guerra a los líderes del nazismo. Cabe recalcar que a lo largo de la película se plantean interrogantes sobre lo que es la justicia, su forma de aplicarla, sobre
la culpabilidad o la inocencia y, al final, termina con una frase que no me ha
dejado indiferente: “Cuando usted asesinó a una sola persona, lo hizo a toda la
humanidad” que me ha permitido valorar aspectos controvertidos de la sociedad y saber con qué opción me quedo.
2.- 2.- UNA GUERRA.- Película danesa dirigida por el
director Tomás Lindholm que, al igual que EL VUELO, película norteamericana,
protagonizada por Denzel Washington y dirigida por Robert Zemeckis, trata de dos
líderes -por así decirlo- que, pese a haber actuado bien durante sus funciones
o, de acuerdo a lo que ellos consideraron que estuvo bien, se les sigue un proceso
de investigación para valorar sus responsabilidades como profesionales. En la
primera película, el comandante Claus Michel Pedersen, a cargo de un pelotón de
soldados en Afganistán ordena el bombardeo de un pueblo para permitir el
rescate aéreo de uno de sus hombres que está herido. Durante el ataque, mueren
11 civiles y, por lo mismo, es acusado de crímenes de guerra. En EL VUELO, por
su parte y pese a que el capitán Whitaker interpretado por Washington, realiza
una maniobra suicida durante el vuelo para salvar a la mayoría del pasaje y la
tripulación, pesan dudas sobre su estabilidad emocional, descubriéndose durante
la audiencia de investigación que había volado en estado etílico y que había
ocultado que era alcohólico. En ambas películas es interesante como se
dilucidan aspectos sobre la ética, el deber profesional o los valores
personales cuando, en la mayoría de los países del mundo aún se intenta que, al
menos al sospechoso se le garantice el debido proceso o se le respete la presunción
de inocencia.
3. 3.- DOCE HOMBRES SIN PIEDAD.- Un clásico del cine
interpretado principalmente por Henry Fonda y que resulta bastante interesante,
ya que fue filmada en el año 1957 cuando las pruebas forenses eran incipientes
y no se existían los avances tecnológicos y científicos que tenemos ahora, por
lo que tenían que valorar la culpabilidad o inocencia de un acusado utilizando el único recurso que tenían a mano, es
decir, su razonamiento. En efecto, doce hombres que actúan como jurado en un
caso de asesinato, deliberan sobre ambas posibilidades pese
a que, en un principio, están bastante convencidos de la culpabilidad, pero fue suficiente una
sola duda razonable, precisamente la lanzada por el personaje interpretado por Fonda,
para que a lo largo de dos horas se debatan aspectos importantes que no se
habían tomado en cuenta durante el juicio y que son interpretadas de distinta
manera de acuerdo a las personalidades de cada uno de los miembros del jurado, logrando
que, al final, el acusado sea considerado inocente. Una importante lección
ahora que se ha puesto de moda -gracias a las redes sociales- acusar sin
fundamento a las personas.
4. 4.- EL INSULTO.- Una preciosa película libanesa que comienza
con un pequeño daño en la fachada de la casa de un cristiano libanés por parte
de un rehabilitador de edificios palestino y que se convierte prácticamente en
un problema nacional, al no querer disculparse el supuesto agresor. El proceso
judicial llevado a cabo por causa de esa agresión, se convierte en el pretexto
para debatir temas como el racismo, el conflicto palestino, las heridas dejadas
en las guerras o el orgullo nacional, dejando frases inolvidables para los
espectadores sobre todo aquellas que se refieren al valor de la disculpa.
5. 5.- EL CRIMEN DE CUENCA.- Película estrenada en 1980
y dirigida por la cineasta Pilar Miró, está basada en unos hechos reales suscitados
en unos pueblos de la provincia de Cuenca. La película generó controversia al
prohibírsele su estreno y que, cuando se pudo hacerlo, generó un gran impacto y
un amplio debate en la sociedad debido a la crudeza de su argumento. Narra un largo y complicado proceso
judicial contra dos hombres acusados de la muerte y desaparición de un
campesino y cuya sentencia se la hace basada en la confesión de los dos implicados
bajo terribles torturas. Al cabo de algunos años son declarados inocentes
restituyéndoles la libertad y el honor, debido a que el supuesto muerto
apareció vivo, aunque llegara tarde el resarcimiento ya que en el camino se habían
dejado familias destruidas y vidas personales arruinadas que nunca podrán
recuperarse. Para reflexionar sobre la injusticia y los procesos judiciales
viciados.
6. 6.- EL PROCESO.- Es una película basada en el libro
del mismo título de Frank Kafka y que fue estrenada en 1962 bajo la dirección
de Orson Welles y protagonizada por Anthony Perkins. La incluí en esta lista
porque refleja la angustia que siente el protagonista, al enterarse que es está
inmerso en un proceso judicial del que no sabe de qué se le acusa. Invita a
empatizar y reflexionar sobre la injusticia cuando el ser humano se siente perdido
e indefenso, incluso, ante casos donde aun sabiendo de qué se le acusa,
desconfía del sistema judicial. Una verdadera pesadilla, en verdad.
7. 7.- MATAR A UN RUISEÑOR.- También una película
homónima del libro de Harper Lee y que ya lo había incluido en otra lista. Me
encanta porque está protagonizada por uno de mis actores favoritos, el gran
Gregory Peck, interpretando a Atticus Finch, un abogado coherente en sus
principios que no solamente es íntegro a nivel personal, sino que lo es a nivel
profesional y que tuvo que enfrentar un caso de violación y asesinato supuestamente por parte
de una persona de raza negra en los EEUU de principios del siglo XX. Sobra
decir que, pese a que hace un brillante alegato a favor de la inocencia del
acusado, pierde el caso, pero en cambio, sirvió de inspiración para los
abogados del mundo y avivó el debate sobre los derechos civiles de los negros
en EEUU.
8. 8.- SPOTLIGTH, PHILADELPHIA y ERIN BRONCHOVITH.- Películas que cuentan con desenlaces
predecibles ya que, periodistas normales y ciudadanos comunes y corrientes, luego
de enfrentarse al sistema o a los poderes establecidos, ganan los casos judiciales
reafirmando los derechos como el derecho a saber la verdad en el primer caso y los derechos
humanos en los otros.
9. 9.-LEGÍTIMA DEFENSA.- Aunque el argumento es más o
menos parecido a las de las tres películas anteriores ya que se trata de un
joven e inexperto abogado que, contra todo pronóstico, gana un juicio contra
una poderosa aseguradora médica en favor de un desahuciado por cáncer, no nos deja
indiferente por cuanto el tema del derecho a la salud asociado al pago por la
misma, está siendo muy cuestionado no solamente en países como EEUU, sino en algunos países del
resto del mundo. Seguramente el hecho que estemos conscientes de la suerte que
tenemos en España de gozar de una salud pública de primera calidad, nos hace reflexionar
de la injusticia de estos casos donde un pequeño David tiene que enfrentarse a
un gran Goliat, mientras la vida se le escapa de los manos y llegando la justicia muchas de las veces, tarde.
1010.- KRAMER VS. KRAMER.- Una oscarizada película que
fue muy famosa en su tiempo y que, sin embargo, me parece muy actual ya que,
pese a que en el veredicto prevaleció el interés del niño, nos demuestra que
muchas de las veces aplicar la ley a rajatabla tampoco es bueno. Pienso que
debe más bien debe primar el sentido común y la adaptación de la ley a cada
circunstancia porque muchas de las veces una sentencia, puede convertirse en un
daño antes que un beneficio.
"Los que pueden actúan, y los que no pueden y sufren por ello, escriben". William Faulkner
En meses anteriores anduve por la red buscando información
adicional para publicar mi último libro y caí por casualidad en un blog
bastante extraño, por decir lo menos ya que, en el mismo, su dueño se había
dado el trabajo –que le tomaría algunos años dada la dimensión de su
“investigación”- de recopilar cuanta información negativa sea posible acerca de
editoriales y concursos literarios, la mayoría, españoles.
En dicha recopilación se quejaba, principalmente, de la
preferencia que se daba a autores españoles en detrimento de los
latinoamericanos y llevando con ello -a tenor de los comentarios suscitados- a
muchos autores a culpabilizarlos de sus fracasos profesionales, entre ellos, el
de él mismo.
Y la verdad, no estuve de acuerdo con ello e incluso, me
tomé la libertad de opinar que menos mal, me lo dejó hacer ya que otros se
habían quejado que comentarios que no iban con la línea de pensamiento del dueño
del blog, eran eliminados. Y manifesté mi desacuerdo en el sentido que dichos
concursos o publicaciones son promovidos por instituciones españolas con el
objetivo, claro está, de provocar la lectura en los ciudadanos; así como también,
que las editoriales tengan la libertad de escoger lo que bien les parezca para
publicarlos.
Y en efecto, muchos de estos concursos tienen a su haber muchos
años y, pese a algunos desaciertos, gozan de gran prestigio al haber sabido
seleccionar a los mejores autores de los cuales, podemos gozar de su genialidad
a través de sus obras. De allí, que no me llama la atención la lógica
aspiración de muchos escritores para participar y ganarlos ya que ello, sin
duda, los consagraría y sus obras podrán ser leídas por todo el mundo recibiendo,
además, un aliciente económico que seguramente aliviará muchas de sus necesidades
materiales. Este mismo año, el premio PLANETA, por ejemplo, dotará un premio de
un millón de euros superando al del NOBEL DE LITERATURA.
Como decía, estos concursos los convocan instituciones
públicas y privadas, entre ellos muchos ayuntamientos, autonomías, editoriales
o grupos de personas que han creado los premios con el máximo anhelo de
promover la lectura como el caso del concurso CAFÉ GIJÓN, que fue creado por el
actor ya fallecido, Fernando Fernán-Gómez y otros amigos de las tertulias que
se realizaban en el famoso Café Gijón de Madrid. El premio alcanzó tal
prestigio que el Ayuntamiento de Gijón lo patrocina actualmente.
Por todo lo anterior, creo más bien, que el dueño del blog y
sus seguidores deberían exigir a los gobiernos e instituciones privadas de sus
respectivos países a que promuevan más concursos o, que las ya existentes, funcionen
mejor para, de esta manera, generar nuestras propias leyendas ya que, en mi
caso particular, por ejemplo, me presenté a un concurso promovido por un núcleo
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, creyendo fervientemente que era la mejor manera
de promocionar mi obra y darme a conocer y, qué mejor que en el país donde yo
había nacido. Por lo mismo y conociendo el mal funcionamiento de los correos del
Ecuador, escribí un correo electrónico a una dirección sugerida por los
organizadores en una web de escritores, con el objeto que me confirmen si la
fecha del envío de la obra por correo certificado contaría como dentro del
plazo de entrega.
No me contestaron y, desesperada viendo que ya se vencía el
plazo, envié otro email y tampoco. Decidí, entonces, contactar en Facebook a
través del Messenger y nada. Total, que nunca contestaron. Poco después, vencido
el plazo y sin haber participado, me enteré de un ganador anterior que se
quejaba que ya eran varios meses del fallo y que no había recibido aún su
premio.
Ante ello, no me parece extraño que se busque reconocimiento
en otros países, particularmente en España ya que, para más inri, ni los que
son portadores de verdaderas joyas literarias a su haber, son valorados. Hace
pocas semanas falleció el reconocido escritor ecuatoriano Eliécer Cárdenas y
ninguna institución gubernamental lo lamentó oficialmente. Por ello, en medio
de esta sequía cultural, celebro que al menos, se realice la Feria del Libro de
Guayaquil, la misma que que parece va ganando cierto prestigio, aunque, para mi pesar tengo
conocimiento que se cobran las entradas cuando debería ser gratuito para que
todo el mundo pueda acceder a ella. Así mismo, creo que las obras expuestas
deben representar el pluralismo de las ideas y no tener dedicatoria en contra o
a favor de alguna tendencia política del momento.
Solo de esta manera se fomentará el reconocimiento de nuestros
grandes escritores y la creatividad de aquellos que tienen el talento innato de
escribir.
ES MUCHO MÁS DIFÍCIL DESCRIBIR QUE OPINAR. INFINITAMENTE MÁS. EN VISTA DE LO CUAL, TODO EL MUNDO OPINA... Josep Plá
Una de las historias de amor que más me fascina es la surgida
entre Ernest Hemingway y España, ya que es como la que viven algunas personas
cuando conocen a fondo un país que no es el suyo y luego, la aman. Muchos de
ellos se han convertido en ecuatorianistas o hispanistas que, tras el primer flechazo,
lo disfrutan aún más profundizando sus estudios y conocimientos sobre ellos.
Algo así lo vivió Hemingway, que se dedicó a absorber la cultura de España a
través de su gastronomía, la afición a los toros, las tradiciones y su historia
para lo cual recorrió el país en coche, ya sea trabajando o turisteando para luego
plasmar sus experiencias y sensaciones en muchos de sus libros, convertidos ya
algunos, en clásicos.
Como se sabe, Hemingway además de ser un escritor de éxito a
tal punto de haber ganado el Nobel de Literatura, fue también periodista y por esto
último fue que, en el año 1936, vino a España como corresponsal del “The American
Newpaper Alliance” con el encargo de cubrir la Guerra Civil Española apoyando,
al poco tiempo y como muchos otros periodistas, al bando republicano.
Sus vivencias durante esa época y su tercera esposa, la
reportera Martha Gellhom, fueron su inspiración para escribir su famoso libro
“Por quién doblan las campanas” donde, pese a su afección ideológica, documentó con objetividad los horrores de la guerra por parte de ambos bandos. Antes de ello, había
escrito también “La Quinta Columna” y el guion para un documental sobre España
con el escritor John Dos Passos.
A lo largo de su vida escribió otros libros y reportajes, donde
no desperdiciaba oportunidad para mostrar su pasión por la tauromaquia, por ejemplo,
como “Muerte en la Tarde” donde hace una reflexión profunda sobre la muerte, el
valor, el miedo, las prácticas religiosas en las fiestas, etc. considerando a
la lidia, ya en ese tiempo, como un arte decadente, pero arte, a pesar de todo. Consideraba
además que solo en España, a través de la fiesta del toreo, podía ver directamente
la muerte violenta fuera de una guerra.
En “El sol también sale”, muestra también su pasión representando
una escena donde los personajes conversan, mientras miran una corrida de toros en
Pamplona.
No en vano, ya de muy joven se había enamorado de Pamplona y
de sus famosos San Fermines que, por lo mismo, acudía siempre que podía y
adoptando por ello un ritual en los que, se hospedaba primeramente en el hotel “La
Perla” para luego de presenciar las corridas de toros, finalizar el días recorriendo los bares de
la ciudad, especialmente el “Café Iruña” donde disfrutaba del vino -al que
consideraba el producto más perfecto creado por el hombre- y de los pintxos. El
hotel “Burguete” de Navarra, en cambio, solía ser su lugar de hospedaje para ir
a pescar en el bosque de Irati y probablemente, todo lo anterior sirvió de inspiración
gastronómica para su obra “Fiesta” donde, el protagonista, Jake Barnes se sirve
de menú una sopa de verduras de primero, trucha frita de segundo y frutas
silvestres como postre, hoy conocido como el famoso “Menú Hemingway”.
En Madrid, en cambio, solía comer con sus amigos en el
Restaurante “Botín”, considerado el más antiguo del mundo y, en esta ciudad fue
que mientras cubría la guerra y estando casado, se enamoró de Martha Gellhorn,
quien había sido corresponsal en Alemania durante el nazismo y que, cuando se
enteró de la Guerra Civil en España supo que debía cubrirla y ayudar a “parar
el fascismo”, ideales que compartía con Hemingway y que probablemente ayudaron
a su enamoramiento ya que éste, luego de divorciarse de su segunda esposa, se
casó con ella y su matrimonio fue muy apasionado, pero muy turbulento con muchos
desencuentros entre los que no faltaron las agresiones físicas y las reconciliaciones.
Se habían conocido en Cayo Hueso en el estrecho de Florida
mientras ejercían las corresponsalías y, reencontrándose en España, fraguaron
su amor en el hotel "Florida", lugar de hospedaje oficial de los corresponsales de
guerra y donde, al no poder pernoctar normalmente a causa de los bombardeos
durante algunas noches, las veladas se prolongaban en el “Bar Chicote”. Luego
de esa época regresaron a Cuba donde se compraron una casa y con las regalías
de “Por quién doblan las campanas” pudieron vivir holgadamente durante algún
tiempo hasta que llegó el divorcio.
Llegó a querer tanto a España -según había comentado alguna
vez- más que a su propio país, EEUU y su último viaje a España fue en el año 1959
para hacer un reporte sobre la tauromaquia para la revista “Life Magazine” para, al cabo de dos años, suicidarse con una escopeta en su casa de Idaho, EEUU.