Foto: José Antonio Abreu (venezuelasinfonica.com)
Foto: Diego Matheuz (venezuelasinfonica.com)
Foto: Gustavo Dudamel
He podido darme cuenta que si algún latinoamericano dedicado a cualquier rama artística despierta el interés mediático y social aquí en España, lo hace básicamente por tres razones. Primero, porque es muy bueno y original. Ejemplo el escritor Mario Vargas Llosa. Aunque esta interpretación puede ser relativa, ya que aquí en España también hay muy buenos y originales y los españoles prefieren antes lo nacional, que lo de afuera. Como debe ser.
Segundo, porque primero ha sido famoso en EEUU. Ejemplo el cantante Juanes o la actriz Salma Hayek.
Y tercero, - que es la razón por la que despierta un gran y verdadero interés nacional en todos los ámbitos -, es que aparte de ser bueno y original, para llegar a triunfar, esta persona ha tenido que superar las diferentes barreras sociales y económicas típicas de nuestros países y que son ampliamente difundidas gracias a excelentes documentales e informaciones proporcionados por los diferentes medios de comunicación españoles. Tal es el caso particular de las personas que voy a contar a continuación: los venezolanos Jose Antonio Abreu y Gustavo Dudamel.
Todo empezó cuando la orquesta sinfónica Simón Bolívar de Venezuela debutó en el Carnegie Hall en 2007 y junto con su estrella, el joven Gustavo Dudamel, cosecharon todos los aplausos y elogios. A partir de allí, los éxitos se sucedieron y todo el mundo quiso saber cómo se había producido este milagro. En efecto, todo era consecuencia de un sistema de educación musical implantado en Venezuela, que aplica métodos de enseñanza revolucionarios y que persigue logros de excelencia y calidad.
El mentalizador, José Antonio Abreu creó en el año 1975, la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, conocida también como EL SISTEMA, que no es sino un programa de educación musical destinado a favorecer la inclusión social de niños y jóvenes que habitan en barrios deprimidos donde las drogas, la violencia y la pobreza, los harían presas y los condenaría para siempre a no salir de ese círculo vicioso.
Para ello se propuso "llenar Venezuela de orquestas”, consiguiendo que a lo largo de 36 años, su proyecto crezca en proporción geométrica al haber creado en casi todas las ciudades del país inclusive en la selva amazónica, las famosas Orquestas Sinfónicas formadas por mas de 400.000 niños y jóvenes que han sido seleccionados en las miles de audiencias que se realizan cada año.
El método del Sistema se ha convertido en un referente a nivel internacional, siendo reclamado por los países vecinos de Latino América y el Caribe, así como también de EEUU y de países de los otros continentes como Japón, Rusia o España. Su fama es tan extendida que directores como Claudio Abbado, Simon Rattle, Barenboim o Plácido Domingo se ofrecieron para colaborar con él. Incluso el arquitecto Frank Gerhy, se ofreció para diseñar un futuro auditorio en Barquisimeto, tierra natal de Dudamel.
El proyecto ha sobrevivido a 8 presidentes del país, demostrándose que el mismo no depende de los gobiernos ni de las ideologías, sino de los frutos que éste produce. "Al principio nos costaba e íbamos a los alcaldes y a los gobernadores a convencerles de la necesidad de implantar núcleos" dice Abreu en su entrevista a la revista El País Semanal. "Hoy son ellos quienes acuden a nosotros”.
Dice además en esta entrevista, que está convencido que la música no puede ser para unos cuantos tocados por Dios, tanto que el lema principal del Sistema es que los pobres son primero y para los pobres los mejores instrumentos, los mejores maestros y las mejores infraestructuras. Cree que la cultura para los pobres no puede ser una pobre cultura. Debe ser grande, ambiciosa, refinada, avanzada. Nada de sobras. Además, observa que ellos multiplican su efecto, porque son enormemente agradecidos ante el esfuerzo y que cuando la música entra en ellos, les confirmaba su identidad. Lo mejor – asegura -, es que cuando los chicos se ven atrapados en la red del sistema, raramente regresan a la marginalidad.
Por último, considera que la clave de su sistema es el equilibrio entre la formación individual y el trabajo en grupo, aparte claro está, de una dirección que ejerza un liderazgo apto para obtener el mejor efecto posible. Si falta uno de estos tres factores, el resultado es irremediablemente mediocre.
Todo esta revolucionaria experiencia le ha valido reconocimientos de todo tipo como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes del 2008, Doctorados Honoris Causa,
el premio de la música de la Unesco, el Grammy Latino Honorífico, el título del honor de Caballero de Gran Cruz de el Orden al Mérito de la República Italiana, el premio Erasmus de Amsterdam, entre los mas importantes.
Su última revelación es Diego Matheuz, que ha sido convocado para dirigir la orquesta de La Fenice en Venecia, haciendo crecer de esta manera, aún más la fama de este proyecto.
Visto lo anterior, qué interesante sería que el Sistema o algo parecido, se aplique también en Ecuador, con Orquestas Sinfónicas por ejemplo en barrios deprimidos de Esmeraldas, Sucumbíos, Pastaza o Cotopaxi, para que la música clásica llegue a todos los rincones del país y no solamente a unos pocos de Quito y Guayaquil que encima después, nos cuentan a título personal y a través de los medios de comunicación, lo bien que lo han pasado.
Cuando la cultura llegue a todos, entonces podríamos decir que en el país existe igualdad.
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