Vídeo: Rosa María Calaf hablando de cómo ser lectores ciudadanos y responsables.
Me inspiran cierto de tipo de personajes y más aún si se tratan de periodistas que ejercen o han ejercido con pasión y entrega su profesión, dejando un legado de profesionalismo del cual se inspiran las nuevas generaciones y que además, asumen todo ello con la humildad propia de aquellos que son grandes de verdad.
En mi caso particular pese a ser profesional de la salud, me
atraen estos profesionales porque desde pequeña conviví con este bello oficio,
al ser mi padre un periodista de un importante periódico capitalino y que
disfrutaba al máximo con lo que hacía.
Rosa María Calaf me llamó la atención desde el primer
momento que la vi y la escuché a través de la pantalla de TVE. Una mujer madura
que frente a la pantalla no perdía ni su femineidad ni su originalidad, al
destacar en ella su característico mechón blanco y su pelo rojo y que sin
embargo, no distraía en sus reportes como corresponsal de lejanos y misteriosos
países asiáticos.
Inicialmente su voz me resultó familiar y pronto descubrí
que también había realizado reportajes para el programa “Informe Semanal” que
se emitía hace unos 25 años en Ecuador, a altas horas de la noche en un canal
de tarot, frecuentemente interrumpido por comerciales de baja calidad,
provocando que dicho programa quede prácticamente en soletas y que aún así, no
dejara de fascinarme, ya que relataba hechos de la actualidad que difícilmente
se conocían con detalle en mi país de origen.
En efecto, Rosa María ha informado desde 176 países siendo también
corresponsal de TVE en muchos de ellos y escucharla contar cómo fue aquella
época dorada de su vida ya que está jubilada, supone una cátedra del más puro
periodismo, donde relata de manera amena y apasionante del cómo para conseguir
la noticia, tenía que ir personalmente a buscar “lo invisible” más no lo
visible, incluso poniendo en riesgo su integridad física como persona y como
mujer, ya que en alguna ocasión estuvo a punto de ser violada por un alto
militar serbio-bosnio durante la guerra de los Balcanes, poniendo al
descubierto de esta manera, los riesgos que asumen mujeres periodistas cuando
de conseguir la noticia se trata en medios hostiles.
La autoridad que le da el haber ejercido su profesión durante
más de 37 años y de haber recibido innumerables premios por ello, le permite
criticar la situación actual del periodismo, con énfasis del español,
denunciando que se ha convertido en una profesión al servicio de intereses
particulares y de grandes negocios antes que a la ética y a su valor como
servicio público. Critica la posición partidista de TVE al servicio del
gobierno de turno, situación que se ha hecho más evidente con el gobierno
actual y también del cómo se ha
frivolizado la profesión, dando más importancia a la imagen del informante que
al contenido de la información y para ello, pone como ejemplo de lo que no
debería suceder, a la periodista Sara Carbonero.
También defiende a los profesionales mayores a quienes se
les obliga a jubilarse como en su caso personal, cuando considera que tienen mucho
que aportar a las nuevas generaciones con su experiencia y su memoria, por lo
que tal vez por tal preocupación, acepta encantada todo lo que tenga que ver
con conferencias e intercambio de experiencias con futuros periodistas o con
profesionales o emprendedoras mujeres.
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