viernes, 30 de enero de 2009

Microempresario

(Foto diario ElMercurio.com.ec)
Veo diariamente a travez de un canal de televisión un espacio llamado "Emprendedores" que al parecer, aparte de la buena intención de los directivos del canal de estimular a que la gente a que sea emprendedora, personalmente a mí, con honrosas excepciones solo me causa una inmensa pena ver a esta gente lo que hace para sobrevivir como buenamente puede.
Por ejemplo, un día salió un pobre joven en Guayaquil que vendía en un carrito, huevos de codorniz y entre asustado y dudoso ante la idea de que su "empresa" podía ser objetivo de una noticia, contaba cómo había logrado reunir unos 500 dólares para comprar el carrito y luego como sorteaba día a día las vicisitudes de la vida, para vender su producto en la esquina de un conocido mercado popular para que, según él, ser una persona autónoma que no dependía de nadie siendo al mismo tiempo jefe y trabajador.
Otro día, otro "emprendedor" contaba como había fabricado él mismo con unos palitos una especie de paraguas que se abría y cerraba y sinceramente no le entendí para qué servía, pero lo que sí me pregunté cómo podía sobrevivir un hombre en la calle vendiendo a lo mejor dos de estos artilugios a 1 dólar cada uno diariamente?.
En el mejor de los casos, salió una señora que tiene un restaurante y cuenta orgullosa lo emprendedora que ha sido, al juntar entre toda la famila algo de dinero que le permitió comprar unas mesas, sillas, cocina, unas ollas ya desvencijadas, una mesa de madera en donde se veía que preparaban los alimentos en las peores condiciones higiénicas, lo cual, no le culpo porque me imagino que jamás esta señora debe haber recibido un pequeño curso de manipulación de alimentos o mucho menos nadie debe haberle dicho cuáles son las mínimas condiciones para mantener los alimentos líbre de gérmenes y en la temperatura adecuada o que al menos para que no produzcan bacterias o bacilos que luego producirián estragos en los comensales.
O cuando salió la microempresaria que hacía unos muebles cuyos modelos no pasan de la década de los años 70 y que tampoco le culpo porque nadie le dirá que hay ferias donde exponen las últimas tendencias, los últimos materiales y qué es lo que se lleva en el siglo XXI, para qie de esta manera su negocio crezca y prospere.
Aún así, me parece admirable que pese a las adversidades, hay gente que tiene garra para ponerse un negocio guiándose mas de su intuición y del deseo de independizarse y de llevar dinero a su casa para poder vivir.
Esto saco a colación a propósito de la dispoción gubernamental de denominar como "microempresarios" a gente que trabaja informalmente en la calle.
He revisado el artículo 23 de la Declaración de los Derechos Humanos que habla sobre el Derecho al Trabajo. Entre otras cosas declara que todos los seres humanos tienen derecho a un trabajo digno con un salario digno, protección contra el desempleo, a igualdad de salario en condiciones iguales, que le permita una calidad de vida para él mismo y su familia, al ocio y descanso, vacaciones y lo que es mas importante A LA SEGURIDAD SOCIAL.
Por lo tanto esta disposición gubernamental es algo difícil de entender para mí e inaplicable, ya que al parecer se los quiere llamar microempresarios a estas personas que salen a buscarse la vida en la selva de cemento, sin las mínimas garantías, sin seguro, sin vacaciones, es decir sin los mínimos derechos proclamados en los Derechos humanos, solo por congraciarse con ellos y de esta manera deslindarse de su responsabilidad como gobernantes, al no crear ni fomentar el empleo con TODAS las implicaciones que eso conlleva.
Siempre he creído que para que nuestra economía funcione es necesario formalizar y normatizar el trabajo, es decir poner reglas claras para que estas personas -si son microempresarios- se inscriban como tal y luego se sujeten a las obligaciones administrativas y tributarias.
Solo de esta manera, se asegura una economía de libre competencia en igualdad de condiciones para todos, se fomenta la creatividad, la responsabilidad, y lo que mas importante subirá la autoestima del microempresario, al ver que aparte de que cumple con sus deberes, tiene derechos, y es una persona que descubriría que tenía capacidades escondidas que no afloraban al no recibir una real y eficiente ayuda y no el paternalismo actual que solo crea personas que reciben sin hacer nada a cambio, o nombres que solo le dan importancia pero no le aseguran un trabajo con todos sus beneficios.
Por último, el Estado debería comprometerse decididamente y de una buena vez en fomentar las microempresas, a travez de la formación profesional gratuita en áreas que de verdad necesita el país, talleres para creación de empresas, para su actualización, para informatizarlas, ayudas bancarias a bajos intereses para la creación de empresas o la mejora de ellas, concursos anuales donde se premien las ideas innovadoras, en fin un mecanismo interactivo que sacaría del letargo que se encuentran nuestros jóvenes con un título universitario bajo el brazo pero sin tener donde trabajar.

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