Existe una constante en la gastronomía ecuatoriana que, al
parecer, se repite también en el resto de países latinoamericanos y que no es,
sino, hacer “emplatados” sobre cargados que muchas de las veces no tienen
sentido y, lo que es peor, hasta pueden ser contraproducentes para la salud.
Sería por esa mal habida fama de que al ecuatoriano le gusta
comer abundantemente cosa que, en un principio, es hasta cierto punto verdad y
prueba de ello es el alto índice de obesidad – más del 60%- entre la población
y agudizada durante la pandemia, lo que desencadena en altos índices de enfermedades derivadas de este problema
como son las cardiovasculares, diabetes, hipertensión, caries y hasta problemas
psicológicos. Paradójicamente, existe también un problema de desnutrición
derivada de la pobreza, así como también de los malos hábitos, ya que una
persona puede ser gorda por el exceso de comida basura como por la falta de
nutrientes en su alimentación.
Y esto me produce una enorme desazón puesto que, Ecuador es
rico en productos agrícolas y ganaderos con verduras, hortalizas, cereales y
frutas de todo tipo, así como también, variedad de aves, cerdos u ovejas, los
mismos que son producidos en su mayoría, por pequeños empresarios que normalmente
no suelen utilizar sustancias químicas, principalmente, por su alto costo convirtiéndolos
necesariamente, en productos ecológicos.
Debe ser por eso de la abundancia, también, que los
emplatados resultan además de desagradables visualmente, redundantes, como
aquel plato que contiene el maíz en todas sus variedades ya sea en forma de
canguil, tostado y mote y, como si ello no fuese suficiente para provocar una
bomba indigestiva, se le agrega una empanada de harina con el objeto, quizás, de
darle vistosidad o sensación de cantidad a dicho guiso.
Pero, probablemente el que se lleva el premio de este absurdo, es el llamado “Bandera” que no sé a quién se le ocurrió porque es una verdadera mezcolanza de productos que van desde los mariscos, hasta las carnes y vísceras de ternera, este último conocido como “Guatita”, lógicamente rematado con una cerveza, una cola y una ensalada de cebollas con tomate, como si no existiera una gran variedad de verduras con las que se pueden hacer infinidad de ensaladas, tantas como la rica tierra de origen volcánico del Ecuador las da.
No es raro, entonces, que exista también una creciente
cantidad de enfermos con problemas de cáncer colorrectal debido a las dificultades de digestión
así como de la inadecuada preparación con bastantes aliños y hasta malas
condiciones higiénicas.
Sería ideal, entonces, que las autoridades competentes como los
ministerios de salud y educación, los medios de comunicación, los jefes de cocina
con gran influencia hicieran una campaña para promover una adecuada
alimentación y preparación para lo cual, se podría tomar como referencia el
programa de la Fundación Alicia, promovida por el chef internacionalmente
conocido, Ferrán Adriá, que se encarga de investigar productos y procesos
culinarios para mejorar la alimentación de las personas. Esta fundación, aparte
de compartir información, imparte talleres para cocineros, empresas, restaurantes,
a colectivos que requieren alimentación especial como niños o embarazadas, ya
que consideran que la comida debe ser equilibrada en sus componentes para tener
buena salud.
Esta campaña debería estar dirigida, principalmente, a los
cocineros ambulantes y de los mercados ya que, si bien es cierto, existen
emplatados armoniosos en cantidad y nutrientes como los “Llapingachos”, el “Hornado”
o la cantidad de sopas tradicionales de la sierra y la costa, también necesitan conocer las
cantidades de calorías o combinación de productos que debe contener un menú,
por ejemplo, brindando variedad y calidad que para ello, como indiqué anteriormente,
el Ecuador goza de una envidiable variedad de productos que brinda la
naturaleza con los que se podrían hacer los más exquisitos y saludables platos
y, por qué no, hasta aliviar la economía de los bolsillos de los ciudadanos que
tanta falta hace en estos tristes momentos que vive el país.
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