Foto: Familia
En estos últimos días, he visto noticias que me han inquietado sobremanera y me han provocado una honda tristeza y preocupación.
La primera la protagoniza un famoso deportista, famoso por
meter goles dentro de un arco, quien dijo que “le parecía normal que un
trabajador haya muerto en las obras del mundial” y que era “nada que asuste” y
que al contrario,” le preocupaba más los retrasos de las obras”. La segunda
noticia, se trata en cambio de un editorial de un medio ecuatoriano que si bien al
principio no se le entendía, ya que parecía que iba a hacer una reflexión
acerca de la muerte injusta de un grafitero, al final se lamenta de lo sucias
que están las paredes de Quito, llenos de grafitis y que eso le provocaba mucha
molestia. Por último, la difusión de un vídeo filtrado desde la policía de
Ecuador, donde se ve que un policía mata fríamente a un taxista solamente para
robarle unos cuantos dólares.
Por lo mismo, recordaba que en la preciosa película “Vencedores o vencidos”, luego del famoso juicio de Nuremberg en la
segunda guerra mundial, el incorruptible juez norteamericano magistralmente
interpretado por Spencer Tracy, le pregunta en su celda al ya condenado médico
alemán, también magistralmente interpretado por Burt Lancaster, cuál fue la
razón por la que mató a inocentes para sus experimentos, a lo que el médico le
contesta más o menos así, que “apenas fueron unas decenas de personas”.
El juez abrumado por semejante respuesta, le contesta: “
Doctor, le aseguro que cuando usted mató al primer hombre, ya asesinó a toda la
humanidad.” Dicho esto, se retira del lugar, dejándole al médico sin palabras
que refutar.
Esta última frase me hizo reflexionar en el poco valor que
tiene una vida humana en nuestros países sudamericanos, a tal punto que parece
más importante un mundial de fútbol, una ciudad limpia o unos dólares que una persona. Es
impresionante ver en el vídeo, el pobre taxista, seguramente un padre de
familia que trata de llevar honradamente el dinero a sus hijos o a sus nietos
ya que se le ve de una edad madura, trabaja relajadamente y confiado, sin
imaginarse que alguien iba a acabar esa noche con su vida. Me preguntaba por
qué mejor el asesino no le amedrentó sin necesidad de llegar tan lejos, porque
estoy segura que él le hubiese dado todo lo que tenía, con tal de salvar su
vida de manos de alguien que se cree dueño de la suya, solamente por tener un
arma mortal en sus manos.
Para estas y otras preguntas, intento encontrar respuestas, ya
que es sumamente triste también, ver a una sociedad donde el odio, la envidia, la
intolerancia, el racismo, las opiniones viscerales, predominan las relaciones
sociales, que me llevan a concluir que posiblemente la solución está en
inculcar valores desde tiernas edades. En este mismo blog, anteriormente había
manifestado en la necesidad de formar ciudadanos, inculcando valores como el
debate de ideas, el saber vivir en comunidad, la tolerancia al diferente, bases
sin duda, del respeto a la vida humana. Insisto en lo mismo.
Estos valores como sería lo ideal, deberían partir desde la
propia familia, pero la realidad social y económica de nuestros países es ajena
a esa imagen que se trata de proyectar y hacia quienes van dirigidos los
mensajes, porque suelen ser familias de ensueño, con un padre y una madre
felices con sus hijos, rodeados de un entorno ideal con una preciosa casa y con
el perro correteando feliz junto a ellos. Ellos son una minoría
desgraciadamente, ya que nuestras sociedades están formadas mayormente por
familias donde faltan referentes morales, de bajos recursos económicos, o donde
muchos niños y jóvenes se crían en la calles, incubando dentro de sí su odio hacia la sociedad que los
rodea y hacia lo que no pueden obtener, dando como resultado individuos que luego descargan
en los demás sus fracasos, muchas de las veces, matando.
Si no existen estos referentes, entonces sería el Estado y
los que guían la opinión pública quienes trasmitan dichos valores, partiendo
del trato en igualdad, en el respeto de sus orígenes y sus realidades, mediante leyes
el primero y opiniones, reportajes, análisis los segundos, que fomenten los
valores anteriormente mencionados.
Mientras tanto como sociedad, no debemos permanecer indiferentes a los que
nos rodea porque mientras una persona muera, un pedacito de nosotros, la
humanidad, también morirá.
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