miércoles, 26 de diciembre de 2018

SER POLÍTICO CON RESPONSABILIDAD


El que no entiende tus silencios probablemente no entenderá tus palabras. Elbeert Hubbard

Seguramente, muchos recordarán el famoso episodio del “por qué no te callas”, protagonizados por el rey Juan Carlos de España y el desaparecido presidente de Venezuela de aquel entonces Hugo Chávez, que se originó cuando éste último, reprochaba en los peores epítetos al ex presidente español José María Aznar ante lo cual, el presidente en funciones de España de ese entonces, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero, le solicitaba muy comedidamente a Chávez que las descalificaciones personales quedasen fuera de la reunión y que se respete la figura de Aznar al ser éste, un ex presidente de gobierno y por lo mismo, merecedor de respeto. Chávez siguió como que el asunto no era con él hasta que el rey le soltó la frase que quedó grabada para la historia y dejando a Chávez como el maleducado de aquel encuentro internacional.


Este episodio me viene a la mente ya que ejemplifica de manera gráfica, al menos en la mayoría, la forma de entender el ser político en España, ejerciéndolo con responsabilidad y compromiso para con el buen nombre del país de tal manera que, pese a que Zapatero y Aznar en aquella época tenían diferencias irreconciliables en cuanto a lo político, el respeto a la dignidad que éste último representó, estaba por encima de cualquier discrepancia política que pudieran tener estos personajes.

Me cuestiona en cambio, cuando veo la forma de actuar de algunos políticos ecuatorianos que, no solamente se han destacado por sus sorprendentes “camisetazos” sino también, por su falta de consideración y respeto a la figura de ex presidente cuando por ejemplo, funcionarios que han trabajado con él en el anterior gobierno le tratan despectivamente de “tú a tú” o cuando, hacen alarde de prepotencia cuando están en países donde hay un elevado número de compatriotas sin entender que los cargos que poseen, son dignidades otorgadas por el pueblo ecuatoriano para que hagan buen uso de él y para dejar en buen predicamento el nombre del país en cualquier circunstancia y lugar.

Se ha puesto de moda, además, para justificar su proceder que, menos mal se está empezando a cuestionar, la posesión de algunos títulos y PHDs como si fuera suficiente aval para ocupar dichos cargos cuando, al mismo tiempo, no manifiestan valores que no dan las universidades ni los títulos como son el respeto, la humildad, la transparencia y lo que es más importante, el ser buenas personas.

Sería deseable entonces que, pese a que parece a nadie le importa recoger las aspiraciones o sugerencias que los ciudadanos de a pie, para ejercer un cargo importante al menos, se exija no solamente que sepa hacerlo bien, sino que se le someta a una valoración emocional y psicológica, ya que el espectáculo que se ve actualmente, son personas desencajadas emocionalmente y embrutecidas por un poder que muchas de las veces, les ha caído del cielo.

No me extrañaría que lo que acabo de mencionar, haya influido en los sorprendentes resultados de los últimos comicios, como el caso del nuevo alcalde de Quito, a quien, por lo que he llegado a saber, pese a ser un profesional en su rama, ha primado su simpatía y su aparente humildad para ganarlo.



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