viernes, 21 de marzo de 2014

"LA CHIQUITA PICONERA" DE JULIO ROMERO DE TORRES



Foto: Museo de Julio Romero de Torres

Hay obras pictóricas que representan o - como en este caso - resumen, la vida artística de un pintor. Me refiero en el caso particular de  la pintura “La Chiquita Piconera” de Julio Romero de Torres, que personalmente me encanta,  ya que detrás de ella existe una historia bastante interesante, como cualquier gran obra que se precie.

La modelo del cuadro se llamaba en realidad María Teresa López y era natural de Argentina, aunque sus padres eran españoles que luego de emigrar a la Argentina, volvieron a su natal Córdoba con la pequeña María Teresa de apenas 8 años. Ella se prestó como modelo del pintor en los últimos años de la vida del mismo, y arrastró a lo largo de toda su vida con el sanbenito de tener que desmentir que entre ella y el pintor no existió ningún romance, ya que cuando ella posó, Romero de Torres era muy mayor ya que contaba con más de 50 años y ella era apenas una adolescente de 14 años.

Julio Romero de Torres por su parte, fue un destacado y reconocido pintor de finales de siglo XIX y principios de siglo XX, que nació y murió en Córdoba, luego de una larga enfermedad hepática. A lo largo de su vida, había realizado importantes cuadros, siendo las más conocidas La Buenaventura, Naranja y limones, el Poema de Córdoba, la Chiquita Piconera y Fuensanta, siendo éstas dos últimas muy especiales ya que la modelo es precisamente María Teresa López y adornaron un sello de correos y a lo largo de varias décadas, la parte posterior de los billetes de cien pesetas, respectivamente.

En el caso puntual de “La Chiquita Piconera”, me recuerda a mi sobrina Anita, ya que es una chica morena, poderosamente racial, de rasgos perfectos, que reboza juventud y belleza por todos sus poros. Además, este cuadro atrae a los entendidos y al público que lo aprecia, ya que la modelo se encuentra revolviendo el carbón (picón) de un brasero mientras con su mirada frontal y directa, sugiere mil interpretaciones. Además, posa de una manera poco usual para la época, es decir agachada, con el hombro desnudo, las medias enrolladas que sugieren unas piernas perfectas y con la ciudad de Córdoba a través de la ventana del cuarto donde posa la muchacha, siendo considerado por todo ello, un cuadro demasiado erótico para la época.  

Pese a la fama que adquirió dicho cuadro hasta nuestros días, lamentablemente la modelo en los últimos años de su vida, vivió pobremente y necesitada, aunque finalmente fue reconocida por las autoridades y por el público que nunca olvidará que ella es la bella muchacha que representó a la “Chiquita Piconera”.

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