La suerte es, la oportunidad más la preparación. Robin Sharma
Alguna vez me contaron que, durante la guerra civil
española era tal el ambiente de confusión y de injusticia que llegaron a
denunciarse entre hermanos, vecinos o conocidos a sabiendas que dicha denuncia,
los podría llevar a una segura cárcel o a una segura muerte. Y a mí, se me
hacía difícil digerir aquello. ¿Cómo pudo ser posible? ¿Qué hacía falta en la
mente de una persona para llegar a ese nivel de maldad a tal punto de denunciar
a seres con los que habías compartido de alguna manera su vida?
Más tarde descubrí que aquello era más frecuente de lo que pensaba,
sobre todo cuando se viven situaciones de tiranías o de guerras, tal es así,
que recientemente en un documental en TV sobre Stalin se veían imágenes de
niños a los que consideraban héroes e incluso eran felicitados por las
autoridades por el execrable hecho de haber denunciado a sus propios padres,
quienes habían escondido el producto de sus cosechas durante la gran hambruna
que asoló a Rusia, en la década de los años 20 del siglo pasado.
Así mismo, varias son las películas y libros dan cuenta del
comportamiento de ciudadanos alemanes durante la segunda guerra mundial
quienes, por miedo, desconocimiento o desinformación hicieron caso omiso de lo que
estaba sucediendo con los judíos e incluso, los maltrataron y los denunciaron, aunque,
al contrario de los demás y arriesgando sus propias vidas, también hubo gente buena
que los ayudaban proporcionándoles escondites, salva conductos para escapar del
país, nuevas identidades o alimentos.
Todas estos estos comportamientos, aparentemente, tienen el
denominador común en el hecho que estas personas fueron manipuladas en lo que
se conoce psico-socialmente como MANIPULACIÓN DE LAS MASAS de la cual existe
abundante literatura y sobre el que se debate incesantemente al ser un tema de
bastante actualidad y que se está dando con mayor asiduidad en varios países
como en Ecuador, donde existe una constante de odio entre dos facciones
claramente identificadas y que giran alrededor de la figura de un ex presidente, pese a que hay problemas más graves que están llevando al país a una verdadera catástrofe en todos los sentidos.
Los estudios indican que para que se dé dicha manipulación,
deben coexistir ciertos factores como son la autoestima de la gente, su
cultura, el arraigo de los valores personales, el sentido de colectividad y
hasta los genes.
El sociólogo Gustave Le Bon considera que la masa es
voluble, influenciable, crédula, acrítica, impulsiva y excitable, por tal razón
el grupo colectivo que se une a la masa suele volverse intolerante, de
sentimientos simples, sin conciencia moral, además que presentan un bajo
rendimiento intelectual al no ejercitar la mente por sí mismos.
Estos conceptos lo saben muy bien los poderes económicos,
sociales y políticos a tenor de lo que indica Jaime Durán Barba, el famoso
consultor y asesor político ecuatoriano quien sugiere se debe enviar
mensajes que apelen a las emociones, principalmente de los menos instruidos para
que lo difundan mejor. Considera que mientras más grande sea la masa a
convencer, más pequeño será el esfuerzo mental a realizar lo que provocaría que
las masas tengan gran facilidad también para olvidar. Por ello, concluye, una
mentira mil veces repetida puede convertirse en verdad.
En este proceso indudablemente se debe contar con los
inmejorables aliados que son los medios de comunicación que, poseen la tecnología
que facilita una manipulación estratégica y últimamente, también, las redes
sociales que junto con el aparecimiento del internet que parecía iba a
democratizarse la información, más bien ha sucedido todo lo contrario ya que es
evidente, el empeoramiento de la desinformación por cuanto, con un atractivo y
llamativo titular o una imagen que sugiere algo, a golpe de tecla un batallón
de troles se distribuye por la red una verdad que quiera trasmitir el interesado.
Lo grave de esta manipulación es que aparecen extremistas
quienes pueden dar hasta su vida por lo que creen y pueden llevar a la
autodestrucción, en este caso que ya lo estamos constatando, de un país. Gente que
ni siquiera sabe porque odia pero que le importa poco lo que en realidad sucede
con tal de convencerse que tienen la razón. El sentimiento de superioridad se
hace presente y buscan eliminar al oponente depositario de todo lo abominable,
en este caso, el ex presidente y sus seguidores.
En este punto también juega un papel importante la llamada “regresión psicológica” que se caracteriza por las obsesiones narcisistas compartidas
que pueden llevar a la deshumanización de los adversarios (los borregos), la
desaparición del sentido de la realidad (él solo, robó una cantidad que supera tres veces el PIB del país) la incapacidad de realizar duelos (reírse, propagar mensajes falsos o repetir frases sin sentido) y la creación de una amenaza que puede ser
real, fabricada o delirante (el país se va a convertir en una Venezuela).
Todo esto ha llevado a una verdadera LOCURA COLECTIVA por
la pérdida del criterio individual, en enfrentamiento permanente y la falta de esperanza ante el futuro.
Para todo ello, el único remedio parece ser la educación,
la información, el fomento del debate, la promoción de la paz y el bienestar
social.
Y ahora, que se acercan las elecciones, sería conveniente tener en
cuenta estos valores.
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