Imagen: ytulibro.com
"Los que pueden actúan, y los que no pueden y sufren por ello, escriben". William Faulkner
En meses anteriores anduve por la red buscando información adicional para publicar mi último libro y caí por casualidad en un blog bastante extraño, por decir lo menos ya que, en el mismo, su dueño se había dado el trabajo –que le tomaría algunos años dada la dimensión de su “investigación”- de recopilar cuanta información negativa sea posible acerca de editoriales y concursos literarios, la mayoría, españoles.
En dicha recopilación se quejaba, principalmente, de la
preferencia que se daba a autores españoles en detrimento de los
latinoamericanos y llevando con ello -a tenor de los comentarios suscitados- a
muchos autores a culpabilizarlos de sus fracasos profesionales, entre ellos, el
de él mismo.
Y la verdad, no estuve de acuerdo con ello e incluso, me
tomé la libertad de opinar que menos mal, me lo dejó hacer ya que otros se
habían quejado que comentarios que no iban con la línea de pensamiento del dueño
del blog, eran eliminados. Y manifesté mi desacuerdo en el sentido que dichos
concursos o publicaciones son promovidos por instituciones españolas con el
objetivo, claro está, de provocar la lectura en los ciudadanos; así como también,
que las editoriales tengan la libertad de escoger lo que bien les parezca para
publicarlos.
Y en efecto, muchos de estos concursos tienen a su haber muchos
años y, pese a algunos desaciertos, gozan de gran prestigio al haber sabido
seleccionar a los mejores autores de los cuales, podemos gozar de su genialidad
a través de sus obras. De allí, que no me llama la atención la lógica
aspiración de muchos escritores para participar y ganarlos ya que ello, sin
duda, los consagraría y sus obras podrán ser leídas por todo el mundo recibiendo,
además, un aliciente económico que seguramente aliviará muchas de sus necesidades
materiales. Este mismo año, el premio PLANETA, por ejemplo, dotará un premio de
un millón de euros superando al del NOBEL DE LITERATURA.
Como decía, estos concursos los convocan instituciones
públicas y privadas, entre ellos muchos ayuntamientos, autonomías, editoriales
o grupos de personas que han creado los premios con el máximo anhelo de
promover la lectura como el caso del concurso CAFÉ GIJÓN, que fue creado por el
actor ya fallecido, Fernando Fernán-Gómez y otros amigos de las tertulias que
se realizaban en el famoso Café Gijón de Madrid. El premio alcanzó tal
prestigio que el Ayuntamiento de Gijón lo patrocina actualmente.
Por todo lo anterior, creo más bien, que el dueño del blog y
sus seguidores deberían exigir a los gobiernos e instituciones privadas de sus
respectivos países a que promuevan más concursos o, que las ya existentes, funcionen
mejor para, de esta manera, generar nuestras propias leyendas ya que, en mi
caso particular, por ejemplo, me presenté a un concurso promovido por un núcleo
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, creyendo fervientemente que era la mejor manera
de promocionar mi obra y darme a conocer y, qué mejor que en el país donde yo
había nacido. Por lo mismo y conociendo el mal funcionamiento de los correos del
Ecuador, escribí un correo electrónico a una dirección sugerida por los
organizadores en una web de escritores, con el objeto que me confirmen si la
fecha del envío de la obra por correo certificado contaría como dentro del
plazo de entrega.
No me contestaron y, desesperada viendo que ya se vencía el
plazo, envié otro email y tampoco. Decidí, entonces, contactar en Facebook a
través del Messenger y nada. Total, que nunca contestaron. Poco después, vencido
el plazo y sin haber participado, me enteré de un ganador anterior que se
quejaba que ya eran varios meses del fallo y que no había recibido aún su
premio.
Ante ello, no me parece extraño que se busque reconocimiento
en otros países, particularmente en España ya que, para más inri, ni los que
son portadores de verdaderas joyas literarias a su haber, son valorados. Hace
pocas semanas falleció el reconocido escritor ecuatoriano Eliécer Cárdenas y
ninguna institución gubernamental lo lamentó oficialmente. Por ello, en medio
de esta sequía cultural, celebro que al menos, se realice la Feria del Libro de
Guayaquil, la misma que que parece va ganando cierto prestigio, aunque, para mi pesar tengo
conocimiento que se cobran las entradas cuando debería ser gratuito para que
todo el mundo pueda acceder a ella. Así mismo, creo que las obras expuestas
deben representar el pluralismo de las ideas y no tener dedicatoria en contra o
a favor de alguna tendencia política del momento.
Solo de esta manera se fomentará el reconocimiento de nuestros grandes escritores y la creatividad de aquellos que tienen el talento innato de escribir.
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