viernes, 17 de junio de 2022

EL CANDIDATO IDEAL A PRESIDENTE

 

                                           Fotos: Fundación Sistema

"Necesitamos creer algo para sentir que tenemos la razón". Anónimo

Existe una constante en las últimas décadas en Ecuador y me parece también que en el resto de Latinoamérica que, por causa de haber votado para presidente de gobierno al protagonista de un gracioso TikTok, en la que decía unas frases inconexas mientras bailaba con unos zapatos rojos; o a un desconocido que quedó en un respetable lugar en las últimas elecciones, ya que se hizo popular en la misma red social, por enésima vez, la ciudadanía ha tenido que salir a las calles para pedir rectificaciones al gobierno, así como responsabilidades a los políticos de turno con las lamentables consecuencias de más división, pérdidas económicas, daños materiales y hasta problemas de depresión entre los ciudadanos.

Sin embargo, en medio de todo ello, surgen voces que sugieren futuros presidentes a ciudadanos que han tenido la valentía de recoger firmas para pedir cuentas al gobierno o a personas que lideran con éxito las protestas, como si ello fuese suficiente para ser presidente de un país que, para más INRI, vive una de las peores crisis de lo que se tiene recuerdos, en todos sus sentidos.

Ante ello, osé en opinar en el sentido que no se puede seguir con esa dinámica, es decir, eligiendo personajes tipo Mesías que aparecen cada vez de la nada y que, luego de la euforia inicial, no dan la talla, recibiendo por tal opinión, respuestas y críticas sarcásticas solo por sugerir, además, que los candidatos deberían ser personas con formación política, que empiecen desde las bases, desde abajo, informándose, preparándose, destacándose, proponiendo y sometiéndose a elecciones primarias donde los militantes confíen sus votos en el mejor, para luego proceder a candidatizarle.

Esta situación, entonces, me ha dejado desolada por dos razones:

1.- Porque la gente no está preparada para vivir una verdadera democracia. Es más, ni siquiera tienen la mínima idea de cómo funciona y no los culpo, el sistema educativo no está para ello y peor aún, los medios de comunicación; y

2.- Porque tampoco está preparada para un debate. Nadie aporta o refuta sus desacuerdos con serios argumentos y persiste la cháchara, la mofa y la ironía malentendida. Todo con tal de defender su supuesta verdad, muchas de las veces, llevada por la emoción del momento.

Ante ello, solo me queda hacer algo que me he negado siempre hacerlo, es decir, pedir que Dios ilumine al país, porque solo un milagro lo salvará.

 

No hay comentarios: