Foto: Malva Marina Reyes Basoalto
LAS PERSONAS LIBRES JAMÁS PODRÁN CONCEBIR LO QUE LOS LIBROS SIGNIFICAN PARA LAS PERSONAS QUE VIVIMOS ENCERRADAS. Ana Frank
Recientemente y no con un cierto tufillo
anticomunista, me llegó una noticia -posiblemente haciéndose eco de una
publicación de el diario El Mundo de España-, que contaba que el premio Nobel
de Literatura, Pablo Neruda había tenido con su primera mujer, una hija con hidrocefalia
y que, por tal razón, había renegado de ella condenándola al abandono hasta morir
a los 9 años en Holanda. Incluso, aseguraba dicho escrito, que Neruda fue tan
malo con su hija que la consideró una especie de “punto y coma”.
Pocos
días después, apareció la otra versión que, al contrario, indicaba que Neruda
siempre se preocupó y que nunca se había avergonzado de ella, mostrando datos y
fechas que así lo corroboraban. Y que el “punto y coma” era más bien parte de
una poesía, que había escrito en honor a ella.
Por mi parte, decidí dar credibilidad a la segunda versión,
por cuanto, cuando de desprestigiar a una persona se trata, hay gente que no
duda en utilizar cualquier artificio y más, tratándose de Pablo Neruda cuya
vida ofrendó a la causa ideológica que él defendía por lo que no sería raro que
haya ganado muchas antipatías que, al parecer, se mantienen hasta el día de
hoy. La anécdota del “punto y coma” más bien parece ser, una metáfora de lo que
se constituyó su vida al conocer la enfermedad de su única hija.
Este episodio me hizo recordar casos de personalidades que
también tuvieron su lado oscuro, alejados de la imagen que proyectaba su genial
creatividad y así lo conté en este blog, ésta vez, el del afamado escritor
norteamericanos Arthur Miller que, éste sí, avergonzado de su hijo nacido con
síndrome de Down, lo abandonó acompañado de su esposa en una residencia para
enfermos mentales hasta que, luego de muchos años y al final de una conferencia
que él mismo dictó a favor de las personas discapacitadas, un chico con
Síndrome de Down se acercó a felicitarle diciéndole: “Padre, soy yo, tu hijo Daniel“ quedando tan impactado
Arthur que, por tal razón y en un afán de rectificar el daño causado, lo incluyó
en su testamento haciéndole partícipe de su legado económico.
Historias que me han llevado a una profunda reflexión en el
sentido que los creadores de cualquier rama, sea ésta artística, científica, política,
etc. al final, no dejan de ser seres humanos y como tales, cometen muchos
errores con lo cual, tampoco dejé de analizar de cómo en décadas pasadas
existía una creencia que los hijos discapacitados eran motivo de vergüenza y se
los escondía, actitud lamentable que, como podemos corroborar, no se escapaban
ni los famosos escritores.
Felizmente la sociedad ha ido evolucionando que, hasta los
términos van cambiando en aras de no seguir discriminando injustamente a estas
personas. Si antes se los llamaba locos, por ejemplo, ahora se los dice
“personas con capacidades especiales” que quiere decir, que tienen unas
capacidades limitadas para unas cosas aunque para otras, seguramente las tienen
más desarrolladas, lo cual es bien cierto y hasta demostrable.
Eso no quita, sin embargo, que existan comportamientos censurables
sea la época que sea, como el caso de Juan Ramón Jiménez autor de la
inolvidable y tierna novela “Platero y yo” que, según dicen, era un maltratador
sicológico con su mujer, a la cual no le permitió desarrollarse como escritora
en alas de sus caprichos personales y de su camino hacia la gloria literaria tanto que, cuando Zenobia Camprubí se enteró que su marido había ganado el Nobel, falleció luego
de cuatro días de un cáncer que llevaba arrastrando desde hace algunos años
que, incluso enferma, no había dejado de atender las necesidades del Nobel. Algo
parecido sucedió con Abraham Lincoln, aunque en su caso, en su papel de
víctima, ya que fue maltratado por su esposa Mary Todd Lincoln quien, incluso,
lo avergonzaba en público sintiéndose él tan acosado sicológicamente que
incluso se sabe, retrasaba su llegada a casa el máximo posible con tal de pasar
el menor tiempo con su mujer.
Formas de entender el matrimonio que lamentablemente aún
persisten y que en aquellas épocas se consideraban de lo más normales, lo que
no quita que, como admiradores de estas personalidades, desemboquemos en un
conflicto personal por no saber si valorar a un creador en función de lo que
crea o de lo que es como persona; o si, deberíamos considerar una coherencia
entre su vida y su obra.
Cuestionamientos que se han suscitado en la actualidad con mayor
intensidad a propósito del caso del escritor francés Gabriel Matzneff que, como
bien lo analiza la escritora Rosa Montero en su último editorial de la revista
El País Semanal, provocaron que la editorial Gallimard haya decidido no seguir
publicando sus obras debido a que el escritor se ha reconocido desde siempre
abiertamente pedófilo y que, sin embargo, durante muchas décadas ha sido
aplaudido y reconocido por su obra donde precisamente hace apología de esta
psicopatía.
Parece que se va tomando conciencia que hay procederes que no
calzan en los tiempos que corren ya que son verdaderos delitos que no se deben
tolerar y peor, si se hace alarde de ello, por más buen escritor que sea y
libertad de expresión que exista.
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